Juan José Cortez y Carlos Macías son secretario adjunto y secretario general, respectivamente, del Sindicato de la Industria del Vestido y Afines (Soiva). El sector es uno de los que atraviesa una situación más preocupante a partir de la apertura de importaciones. La atmósfera productiva de la región se enrareció y a eso se le sumaron los efectos de los tarifazos, la devaluación y la inflación incontrolable generando un combo que padecen principalmente los trabajadores.
El gremio tiene 300 afiliados en el departamento. Además, existen muchas cooperativas cuyos integrantes no pueden ser representados por la entidad obrera. De esa manera, los relevamientos que realizan desde el sindicato en realidad son aún más alarmantes, porque dejan afuera todo el universo de trabajadores informales y no sindicalizados que compone una porción crucial. La caída de la producción arrastra a las horas extras y, después, se lleva puesto a los trabajadores. Desde febrero ese ciclo no hizo más que acelerarse.
“En Venado hay algunas empresas que han reducido las horas de trabajo. Si bien todavía no se ha sentido el impacto mayor que se va a sentir, porque se viene viendo que la importación crece más. Acá no se nota tanto porque es menor la cantidad de personal, pero sí se advierte que día a día los empleadores comunican que tienen que achicar las horas de trabajo porque se cayeron las ventas”, explica Macias.
En la región, Procesadora Centro es la empresa de mayor magnitud. En las últimas semanas, logró acceder al Repro, un mecanismo preventivo que aporta el estado a las compañías que se declaran en crisis. Si bien la ayuda le sirve para cumplir con los compromisos salariales, la situación implica dificultades para acceder a créditos y otros beneficios. Es casi un salvataje. En el rubro, hay otras 10 empresas en la región.
En el contexto nacional, las paritarias se dieron como una carrera desproporcionada entre sueldo e inflación. De acuerdo a las distintas estimaciones que circulan, la inflación ronda un 46%. Los acuerdos salariales arrancan con al menos un 20% de retraso: “nosotros hicimos una paritaria de un semestre. En unos días, vamos a ingresar al segundo semestre de paritarias. En el primero conseguimos un 24%. Si bien, es un 21%, repartido en 18 y 3, a la hora de sumar los convenios, llega al 24%. Hay una disyuntiva, que es que vamos a negociar el segundo semestre y todavía no tenemos homologado el primero. El Ministerio está muy lento en eso”.
La decisión de liberar el ingreso de mercaderías desde el exterior golpeó seriamente al sector de vestidos. “Todos sabemos que la industria del vestido había crecido muchísimo porque había sido protegida junto con calzado, textiles, juguetes. Tuvieron ganancias muy importantes los empresarios y a partir de diciembre a esta parte se ve una negativa grande. Ya tenemos un 47 a un 52 por ciento de crecimiento en importaciones”, comenta Cortez.
El de vestido, como el textil o, en otra rama productiva, el agro, es uno de los sectores con mayores niveles de informalidad laboral, llegando a casos de sobrexplotación y semiesclavitud. En muchas oportunidades, los talleres se montan y desmontan para esquivar los controles estatales. La situación de los trabajadores es de extrema desprotección. Dentro de aquellos que cuentan con un mínimo nivel de formalidad, los dirigentes gremiales contabilizan alrededor de 50 personas que perdieron su trabajo en la región.
“Nosotros entre el año 1999 y 2001 fuimos muy castigado, se cerraron el 70% de las empresas y las que quedaban reducían más del 50% su personal. La industria del vestido ahora estaba bien y nos encontramos que empezamos a caer de nuevo. Aquello fue muy doloroso y nadie lo quiere volver a vivir. Si seguimos con este ritmo vamos a tener otra grieta igual a los ’90”, cierra Macias.
