Las largas colas durante toda la noche en la puerta de las escuelas es una postal tradicional de la ciudad hacia finales de cada año. Los padres esperan conseguir un lugar para anotar a sus hijos y que puedan continuar sus estudios en las escuelas que desean. Esa situación, además de las complicaciones personales que produce, resalta un rasgo de improcedencia en los mecanismos que existen para la asignación de lugares. Sin embargo, Stella Lapelle, directora de la Región VII de Educación, afirma que la garantía de oferta de cupos excede el número de la demanda, y menciona que este año habrá 980 niños que egresarán de la primaria y 1200 cupos disponibles entre las 12 secciones en escuelas técnicas y las 28 en escuelas secundarias orientadas.
Los cuellos de botellas en la tramitación de las inscripciones, sumado a la ansiedad de los padres por asegurar un lugar para sus hijos, lleva al máximo la capacidad de articulación del Estado que no puede evitar que se susciten estas situaciones. Para Lapelle se trata de una cuestión cultural y afirma que se intentarán adoptar las medidas suficientes para transmitir a los padres la tranquilidad de que sus hijos van a tener un lugar.
“Lo que se produce es depender de las escuelas del centro. En la 446 los padres empezaron a acampar el jueves a la noche. El viernes había 28 familias, anoche también. Y había cupo para 76 alumnos. Fue inútil hacer semejante sacrificio. Algo parecido pasó en el Industrial. Vamos a pensar volver a los sorteos para evitar estas situaciones”, comenta.
En cuanto a la propuesta del concejal Germán Mastri para la implementación de un sistema informático, Lapelle define: “nos vamos a reunir y lo analizaremos. Estas cuestiones a través de la visualidad traen algunas complicaciones, pero lo estudiaremos y qué cuestiones se pueden resolver. Lo que sabemos es que tenemos que encontrar la vuelta para que estas colas no se produzcan y para que los padres se sientan seguros”.
