(PR/Norma Migueles) Hace poco más de 8 años un grupo de mujeres jóvenes despuntaba el vicio de la solidaridad organizando pequeñas campañas para ayudar a quienes necesitaban a veces pequeñas cosas, pero por sus condiciones se les hacía imposible acceder. De la mano de Patricia Bertran nacía Imagina un Mundo Mejor.
Con el cometido de brindar solidaridad y amor al prójimo Bertran y algunas amigas se acercaron al Hogar Santa Ángela para armar una huerta que proveyera de verduras frescas a los abuelos asilados. Allí conocieron al guardián de la huerta, Don Manuel.
“Cuando le preguntamos qué anhelaba, para conocer y ver si podíamos cumplir su sueño, solo pidió rosas para rodear la galería y que todos los abuelos del Hogar pudieran disfrutar. Y también jazmines para sentir su perfume y recordar sus tiempos jóvenes cuando iba a los bailes con uno en su ojal. Nos emocionó lo simple de su deseo. A través de una campaña solidaria pudimos bastante más: compramos rosales, jazmines, frutales, medio sombras para su huerta, máquina de cortar pasto” recordó Patricia.
Desde el incipiente Imagina un Mundo Mejor, se hizo un llamado a la solidaridad y las donaciones llovieron como bendiciones. En una prolija planilla iban anotando los aportes y luego fueron dados a conocer públicamente, como así también el dinero recaudado y el destino.
Ese gesto de transparencia, se ganó rápidamente el respeto de la comunidad e Imagina pasó a formar parte del inestimable mundo de las instituciones solidarias de Venado Tuerto.
Ocho años después la solidaridad sigue fresca y creciente, pero ya no son media docena de voluntarias, “Imagina hoy tiene 83 voluntarios activos, 109 familias que componen su nuestro núcleo de acción y 249 niños en diferentes programas educativos, un red inmensa e incontable de padrinos protectores y vinculares que hace que nunca nos falte nada para cumplir nuestros propósitos”, señala Patricia, quien al mirar atrás se emociona, por los logros, los éxitos, los fracasos y las lecciones que fueron aprendiendo en cada paso dado.
“Nació como algo artesanal y lo sigue siendo. En Imagina no hay empleados, todos somos voluntarios que cada uno aporta lo que siente desde su lugar y en donde se le da mucha importancia al vínculo del uno a uno. Nos proponemos ser una gran FAMILIA. Imagina es un vehículo bidireccional de transformación social. Quienes participamos, de una u otra manera, cada día crecemos un poquito más y nos agasajamos en este camino compartido” reflexionó.
El orgullo de la familia
Cuando les crecen las alas a los pichones nunca sabemos que cielo elegirán para seguir su vuelo, lo importante es que tengan la oportunidad de elegir, como y cuando.
Uno de los objetivos mas consolidado de Imagina es la educación, convencido que es el camino que permite optar, elegir otro destino, sobre todo para jóvenes que nacen en el seno de familias con tres generaciones de pobreza.
Patricia Bertran menciona una de las mejores satisfacciones que hoy los anima a seguir en el camino trazado, acompañando a niños y jóvenes en el desarrollo personal a través del estudio. Es el caso de uno de los chicos que se encuentra estudiando abogacía y en la actualidad hace sus pasantías en el MPA de Venado Tuerto.
Otro caso que fue un poco una frustración, pero en definitiva también un orgullo, es el del joven que empezó con el programa Recicleta, que aprendió el oficio y fue durante un tiempo su fuente de trabajo, pero luego consiguió un empleo en una carnicería y ahora ya conociendo el oficio planifica poner su propio comercio.
También aprovechan los contactos para generar una red de trabajo para los padres, y siguen apoyando a las madres que tienen su emprendimiento de pizzas y feria de ropa. Los programas se van generando en la medida que se detectan las necesidades, algunos prosperan otros decaen, pero las ganas de lograr un mundo mejor están vigentes.
Ya lo dijo el gran Jhon Lennon en Imagine:
Puedes decir que soy un soñador//Pero no soy el único//Espero que algún día te unas a nosotros//Y el mundo vivirá como uno.