El miércoles por la noche falleció el artista plástico rufinense Jorge Rajadell, uno de los más importantes representantes de nuestra cultura, con reconocimiento internacional por sus obras hiperrealistas.
Nació el el 12 de mayo de 1952. Su padre Antonio Rajadell tenía veterinaria en esa ciudad, por ese motivo Jorge desde muy temprana edad estuvo relacionado con el campo, permitiendo conocer a los animales de la zona. Antonio que era muy buen dibujante amateur, fue quien le enseño primero con lápiz y luego a colorear con acuarelas y tintas.
A principio de la década del 60 vivió en Buenos aires donde visitaba el taller de Benito Quinquela Martín que lo esperaba con churros y chocolate, él le enseñó a mezclar colores y usar el óleo. Más tarde con Marcelo Dasso continuó sus estudios en Rosario.
Con diecisiete años, Jorge y su familia fueron recibidos por Antonio Berni con el fin de tomarle una prueba para ingresar a su taller. Mientras los padres conversaban, Jorge, tomó un lápiz y en un papel dibujo un rosto. Berni intentaba juntar los elementos para la prubea y se encontró con su retrato ya hecho. Sorprendido, decidió tenerlo en su grupo de ayudantes pero la sorpresa llegó cuando dijo…» ¡Nada de pensión, él vivirá en mi casa!». Trabajaron juntos entablando una gran amistad y dejando huellas de sentimientos e imágenes muy profundas que le llevaron años de Búsqueda iniciar un nuevo camino.
A fines de la década del 80 Jorge pintaba animales domésticos pero a principios de los 90 comenzó con el hiperrealismo que hoy conserva sus tela.
En 1993, en la casa Roldan y Cía., la obra «Cebras en el Kilimanjaro» logró el mayor precio en subasta pública un artista argentino vivo. Amalia Lacroze de Fortabat adquirió esa obra para su colección de arte. A partir de ese momento sus pinturas son requeridas por importantes coleccionistas nacionales e internacionales hasta formar parte de una serie de almanaques de miras ópticas del austríaco Swarovski.
Hoy predominan en sus obras animales salvajes en su ambiente natural. Con tendencia ecologista expresa amor por la naturaleza y sensibilidad en cada una de sus pinceladas. Logrando con un solo pelo deslizar el acrílico hasta obtener la perfección en cada trabajo.
Fuente: La Tribuna del Sur