(PR/RocíoGuzmán) “En uno de los peores momentos de mi vida se me dio por incursionar en la pastelería, en una profesión nueva y descubrí un gran motor”. Esta es la historia de Guadalupe Giaccardi que supo salir de su etapa más tormentosa, vencer los traumas del pasado y volver a florecer.
Guadalupe nació en Venado Tuerto, a los 17 años se fue a estudiar a Buenos Aires periodismo, pero después de un año decidió cambiarse a comunicación social. En 2012 recibió su título y por esas cosas de la vida, decidió pegar la vuelta a su Venado natal.
Durante mucho tiempo trató de insertarse en el mundo de la comunicación, sus primeros pasos fueron en LT29, para luego pasar al formato FM en Radio Jota. Después surgió la posibilidad de una vacante en el área de marketing del Casino de Melincué, y posterior a ello, uno en el área de marketing de Famago. Más tarde, llegó su momento en el canal de la provincia (5RTV para ese entonces), como movilera.
Y después por un tiempo, formó parte del equipo de trabajo del fallecido diputado Oscar Pieroni, actualmente sigue trabajando con la diputada Rosana Bellatti, es parte de la ONG Impulsar y también se encuentra brindando capacitaciones sobre redes sociales a emprendedores de la ciudad y la región.
“Siempre me gustó comunicar”, dice “Guada”.
Estas experiencias en la comunicación serían la base de un emprendimiento que cambiaría por completo la vida de Guadalupe y le daría vida a “Delicias La Caprichosa”.
LOS INICIOS DE “LA CAPRICHOSA”
La Caprichosa inició en diciembre de 2019, cuando Guada convertiría a los budines de arándanos, en su caballito de batalla. Pero ella aún no lo sabía, estaba descubriendo lo que era una pasión oculta. Pero para ese tiempo, a una de sus amigas le detectaron celiaquía y Guadalupe sintió la necesidad de cocinarle algo que pudiera comer.
“Le dije, amiga voy a intentar hacerte budines sin TACC”, agregó Guada.
Y así fue como en 2020, los fines de semana hacía de la cocina su lugar favorito y horneaba entre 30 o 40 budines. Hoy, sus especialidades son sin TACC o mejor dicho “Gluten Free” (libre de gluten), como lo denomina ella.
“Era sorprendente, motivador, me ayudó mucho empezar con una receta en particular, enfocarme en que mi producto sea bueno, y de a poco me fui abriendo al resto”, expresó y añadió: “La verdad que siempre cociné a ojo, pidiendo recetas, mirando videos, preguntando y cuando era chiquita miraba a mis abuelas y a mi mamá cocinar…así fui aprendiendo”, recordó.
Pero para Guada, como para muchos, el 2020 fue un año oscuro, ya que lamentablemente cayó en una depresión que la mantuvo muchos meses en la cama. Recibió ayuda psicológica y la contención que necesitaba de su familia y amigos, pero faltaba algo más…
Un día, pasó por el local de Sofía Veliz que ofrecía un curso de 7 meses de pastelería y Guada pensó: “¿Por qué no?, ya venía viendo un programa televisivo donde cocinaban todo dulce y me encantaba. Y así empecé”, contó.
“Lo que yo pensé que iba a ser un simple curso me terminó otorgando un título y me animó a darle otro rumbo a mi emprendimiento. Además, se formó un grupo muy lindo, de todas las edades, con una variedad de mujeres increíbles. Nos juntabamos todos los martes con el mismo fin, con la misma pasión. Y así, entre risas y charlas fuimos aprendiendo. Fue una doble terapia ir a cocinar e ir al psicólogo”, confesó.
Con el tiempo, Guada tuvo que tomar una decisión porque le gustaba variar pero quería seguir cocinando sin gluten. Tras reflexionar profundamente sobre la seguridad de sus clientes, la confianza y ver la exclusión que sufrían las personas con celiaquía o incluso las que buscaban comer más sano, decidió orientarse en la pastelería Gluten Free exclusivamente.
“La celiaquía no es una dieta de moda, no es una condición momentánea, sino que es una enfermedad que no se cura, una vez que te lo diagnostican lo sos para siempre. Y me puse a pensar en esas personas que un día se enteran que son celíacos y que tienen que cambiar rotundamente su forma de comer, que de pronto van a un cumpleaños, a una reunión social y se sienten apartados, diferentes. Me dije por dentro, ´quiero hacer comida para que se lleve la persona que padece celiaquía, la que es intolerante y todos los que quieran comer mejor, pero que sea rico al paladar de todos´”, acotó.
Pero entre todos esos obstáculos que la vida le puso, Guadalupe aún sentía que tenía que superar uno que la había acechado toda su vida: el sobrepeso.
Resulta que cuando Guadalupe era pequeña sufrió bullying por su peso y pasó por todos los nutricionistas que conoció desde Cormillot hasta Máximo Ravena, yendo a charlas y haciendo dietas que no le daban resultado.
“Los niños estamos acostumbrados a callar, fue por eso que llegué a pesar tanto”, expresó entre lágrimas.
En 2016 se hizo una cirugía gástrica, donde le “achicaron” el estómago y tuvo que aprender a vivir con ese cuerpo nuevo. Con mucho esfuerzo, Guada cambió sus hábitos y fue más positiva.
“Mi emprendimiento lleva mi historia de vida”, dice secándose las lágrimas.
OPORTUNIDADES
Pensando en cómo mostrar sus productos al mundo, Guada se animó a enviarle algunas de sus delicias a la empresaria venadense Laura Felici, quién no dudó en pedirle que los prepare para su reconocido café Il Giardino. “No me cabe el agradecimiento por esta gran oportunidad”, expresa.
Sin embargo, como con cada oportunidad existe un desafío, la joven tuvo que mejorar sus habilidades pasteleras al armar piezas más pequeñas y tentadoras. Algo que hoy, está más que logrado.
SER EMPRENDORA
“Mi emprendimiento es como un pulpo”, comentó entre risas y añadió: “Lo es porque como todo emprendedor soy quien hace todo, desde las compras en el distribuidor, la cocina y luego le saca fotos para las redes, toma pedidos y hasta los distribuye”.
Contenta con sus logros, Guadalupe comentó que recién este año pudo comprarse su horno para pastelería, porque antes cocinaba con un horno a gas. “Lo que uno tiene que saber es que este rubro no tiene el nivel de ganancia que la pastelería convencional, porque sus materias primas son más caras y en este país, es difícil que se mantengan los precios”, sostuvo.
EL NOMBRE Y SU CONEXIÓN CON MÉXICO
“El nombre surge porque así me decían desde chica, “Guadalupe sos muy caprichosa”, pero sobre todo, en 2010 tuve la posibilidad de ir de intercambio a Monterrey, México por seis meses, y ahí vi que muchos negocios se llaman así. En parte me conectó con eso que me decían siempre cuando era niña”, enfatizó.
“Siento una conexión muy grande con México, me acuerdo que ese día en que pisé el país dije: Este es mi lugar. Incluso mi nombre me lo pusieron por la Virgen de Guadalupe, porque en ese momento pasaban muchas novelas mexicanas en la televisión”, reveló sonriente.
EL SUEÑO POR CUMPLIR
El sueño de Guadalupe es tener su propia cafetería y ofrecerle una experiencia completa a sus clientes.
“Siempre le digo a mis alumnos en los cursos de emprendedores, que sus productos deben tener algo que los diferencie, un valor que sólo pueden darle ellos mismos, porque puede que haya un montón similares, pero nunca iguales. El sol sale para todos”, planteó.
Tras una pausa pensativa, afirmó: “En uno de los peores momentos de mi vida se me dio por incursionar en la pastelería, en una profesión nueva, y descubrí un gran motor. Hoy en día soy feliz sabiendo que tengo que cocinar y preparar algo y sé que si se puede, que se sale, paso a paso, de a poco hay que animarse”.
“Lo lindo de cada emprendimiento es eso, contar la historia en cada producto, en cada budín va consigo lo que pasé, lo que viví, lo que soy. Todo eso, le da un valor agregado”, cierra Guadalupe.
Guada siente que todos los trabajos que tuvo a lo largo de este tiempo y las experiencias buenas y malas que la fueron torneando, le mostraron que hay miles de formas de comunicar algo. A veces sólo hace falta tomarse el tiempo de disfrutar lo que sé está comiendo.
