(PR/Norma Migueles) En el marco de los actos por el Día del Abogado, celebrado por iniciativa del Colegio que nuclea a los profesionales del derecho, se presentó la reciente obra del abogado, historiador y escritor Roberto Landaburu.
«Siempre me gustó escribir sobre hechos que nos pasaban, y al recopilar esas historias se transformó en un libro que da cuenta de la primera época de esto, de cuando comenzó a funcionar el Colegio de Abogados. Yo fui presidente en dos períodos y durante esa etapa luchamos mucho para traer el primer juzgado, porque inicialmente los Tribunales funcionaban en Melincué y cuando ellos nos veían hacer algún movimiento para trasladar algún juzgado se interponían”, recordó.
Además, mencionó que el primer juzgado que lograron fue el de las Causas de Menor Cuantía, y como su nombre lo indicaba, era una repartición de poco movimiento y jerarquía.
«Eran épocas en que las vías de comunicación no eran lo que son ahora, había muy pocos autos, en consecuencia, para hacer trámites por un expediente teníamos que salir a las 6 y viajar en tren o colectivo. Después esperábamos otro colectivo para el retorno en el Bar Pelaye o en verano nos íbamos al balneario y comíamos algún asado. Es decir hacer un trámite de un expediente nos demandaba todo el día», señaló Landaburu.
Frente a esta situación, continuaron las gestiones ante las autoridades provinciales y, en forma paulatina, por el caudal de trabajo que tenían, los juzgados se fueron abriendo en Venado Tuerto y hoy es el centro judicial de mayor importancia del sur santafesino, con fuero civil y comercial, Juzgado de Circuito, Registro de Comercio, penal, laboral, familiar, menores, dos cámaras de apelaciones Civil y Penal.
«Entre eso tires y aflojes, nos dijeron ‘bueno llévense algunos juzgados, les damos los cargos, pero el edificio lo ponen ustedes y conseguimos el edificio de lo que originalmente fue la clínica del Dr. Roggero, en calle San Martín donde siguen funcionando los juzgados civiles y laboral». Con el paso de las décadas, la historia se volvió a repetir para lograr la radicación del Juzgado Federal de Venado Tuerto, ya que la ciudad pagó el primer año de alquiler del edificio de calle Chacabuco.
Tal como luego replanteó ante sus colegas, Landaburu rememoró con picardía que hubo muchas historias que fueron «censuradas» en su obra literaria, pero el libro queda como un fiel reflejo de la historia de la abogacía en Venado Tuerto.