El condenado es Carlos Emanuel Lucero, de 38 años, quien en 2020 le quitó la vida a Juan Marcos Correa, decapitó su cadáver y enterró las partes cerca de un altar en homenaje a San La Muerte, hecho ocurrido en la localidad de Amenábar. La fiscal que representó al MPA en la audiencia de apelación fue Rafaela Florit.
La audiencia se realizó de manera remota en los Tribunales de Venado Tuerto, que estuvo integrado por los camaristas Daniel Curik (presidente), Juan Pablo Lavini Rosset y Bibiana Alonso. La fiscal que representó al MPA fue Rafaela Florit, quien junto con el fiscal Mauro Menéndez habían estado a cargo de la investigación. A su vez, una hermana de Correa fue escuchada por el tribunal en una audiencia de víctima.
Ratificando el fallo de primera instancia en su resolución Curik, afirmó que «los argumentos que sustentan la impugnación carecen de fuerza suficiente para revertir el pronunciamiento de condena puesto en crisis», y subrayó que la sentencia del juicio oral «cuenta con un desarrollo argumental que da sobradamente sustento para disponer su ratificación».
Ritual
La fiscal recordó que «entre el domingo 27 y el miércoles 30 de septiembre de 2020, Lucero le quitó la vida a Correa con el objetivo de hacer un sacrificio humano al santo pagano San La Muerte».
Plan previo
Florit expuso que «a sabiendas de que Correa era adicto a estupefacientes y vivía en condiciones de vulnerabilidad, Lucero lo condujo mediante engaños a un monte conocido como el ‘nuevo basural’ de la localidad de Amenábar». «A partir de un plan previo, el condenado llevó cigarrillos de marihuana y un cuchillo», aseveró.
«Para concretar el homicidio, Lucero le dio un golpe de puño a Correa y luego utilizó el arma blanca para hacerle numerosos cortes y extraerle el corazón, lo que causó su fallecimiento», especificó la fiscal. «Después, decapitó el cadáver y enterró las partes cerca de un altar en homenaje al santo pagano San La Muerte», agregó.
Por último, Florit planteó que «además de contarles lo que había sucedido a sus dos compañeros de detención, Lucero le aseguró por teléfono a un amigo que había matado a un abusador, cuya alma había ofrendado para pagar una deuda en el marco de su culto».