En los primeros días de febrero un nutrido grupo de expedicionarios, de la mano de la Asociación Sanmartiniana Cuna de la Bandera de Rosario, realizó el tradicional cruce de la Cordillera de los Andes, siguiendo los pasos del Libertador de América.
Componiendo la delegación de montañistas hubo varios venadenses, entre ellos Miguel Jové, quien en diálogo con PUEBLO Regional brindó detalles sobre esta experiencia en su 21ª edición.
“La característica especial que tuvo esta edición es que el año pasado se cumplieron 200 años de que el ejército libertador cruzó Los Andes. En esta oportunidad nosotros pudimos hacer parte del trayecto que realizó el ejército sanmartiniano, viviendo desde adentro esa epopeya. Realmente es algo bastante difícil de describir con palabras, en función de que la inmensidad de la montaña te permite ver en su real dimensión la genialidad de San Martín para liberar a medio continente”, contó Jové todavía cargado de emoción.
Según precisó su grupo hizo el cruce por Paso de los Patos, que es el más alto de los seis que utilizó San Martín para su gesta. “Se llega a 4500 metros de altura, a lomo de mula o caballo. Son siete días de cabalgata porque se llega hasta el límite argentino-chileno, porque no es posible hacer el cruce entero. Fueron cuatro días de ida y tres de vuelta, porque regresamos por otro lado, que es más fácil para descender”, apuntó el expedicionario venadense.
Las horas de cabalgata variaron entre seis y 12 horas diarias, dependiendo de la distancia entre cada puesto para acampar, con temperaturas de entre 5 y 10 grados por la noche, y hasta 30 grados durante el día.
El grupo estuvo compuesto por 41 expedicionarios, cinco baquianos y cuatro personas de apoyo que llevaban todas las mulas con los pertrechos.
En cuanto a su experiencia personal narró que se hizo la pregunta ¿qué estoy haciendo acá?, al segundo día de cabalgata: “Cuando hicimos la Subida del Espinacito, a 4500 metros, donde el oxígeno es muy escaso y vos te preguntás ‘cómo pude venir a sufrir acá’, no podés caminar cuatro metros porque te falta el aire. La mitad de los expedicionarios estábamos en iguales condiciones y no podés llevar muchos tubos de oxígeno porque son muy pesados. De hecho llevábamos un solo tubo y se consumió el primer día en una sola persona. Sólo había que trabajar con la respiración, tomar medicación para la presión y hacer reposo”.
La inmensidad de la Cordillera apabulla, y también invita a la introspección. Al respecto Jové, que desde hace 15 años tenía en mente realizar el cruce, relató: “De las 50 personas que integramos la expedición conocí a tres nada más. No conocés a casi nadie. La mística que se crea en el grupo es muy fuerte, y estar el 5 de febrero en el mismo lugar por donde pasó el ejército sanmartiniano es una emoción tremenda. Estar en ese lugar, formar alrededor de las banderas y cantar el Himno Nacional es tremendo, y de yapa cantamos la Marcha San Lorenzo que a los venadenses nos llega tanto”.