Venado Tuerto y la región cuenta con una riquísma historia en cuanto al deporte, ya sea individual o colectivo.
Recorriendo las localidades del sur santafesino, podemos encontrar infinidad de historias tanto de deportistas como de clubes que trascendieron los límites de lo netamente local, ya hasta de lo netamente deportivo.
En la década del ’80, la Liga Venadense de Fútbol contó con un equipo que hasta el día de hoy se recuerda, tanto por su juego, vistoso y efectivo, como por el origen de ese equipo de bohemios y pensadores que un día decidieron mezclar los libros y las actividades culturales con la pelota, formaron un equipo y salieron a mostrar quienes eran. hasta su vestimeta fue algo inolvidable por estos lares, con colores extrovertidos, diferenciándose de todo lo visto hasta ese momento.
La Biblioteca Florentino Ameghino es la protagonista de esta historia. Allá por el año 1985, después de haber empezado como un grupo de amigos que se juntaban los sábados en ‘la biblio’ para trabajar e intercambiar ideas, los que en un momento empezaron a jugar algún picadito en el patio para divertirse y jugar un torneo de Fútbol 5, la Biblioteca Ameghino se afilio formalmente a la Liga Venadense de Fútbol, obteniendo grandes resultados, y hasta llegaron a jugar un amistoso en 1988 con Newell’s Old Boys de Rosario que estaba a punto de salir campeón del fútbol argentino.
En diálogo con Pueblo Regional Marcelo Sevilla, uno de los referentes de aquel recordado equipo, brindó un pormenorizado detalle de aquellos años, que iremos publicando por partes. En esta oportunidad, los inicios del equipo de la Biblioteca Ameghino y su historia hasta llegasr a ser un equipo afiliado a nuestra Liga Venadense de Fútbol.
“Al principio, fueron varios años y las cosas no aparecieron todas de golpe, sino que la misma práctica y la misma puesta en acto iba generando nuevos temas y desafíos y una cosa se iba montando sobre la otra.
El momento que nosotros decidimos armar el equipo tiene una pequeña historia. Entre los pibes que frecuentábamos la Biblioteca en ese momento, varios jugábamos al fútbol de manera formal en la Liga pero también a un montón de otros pibes que no jugaban formalmente les gustaba el fútbol asi que, mientras nos juntábamos a laburar los sábados a la tarde habíamos tomado como rutina hacer un picadito en el patio que en ese momento todavía tenía la Biblioteca.
Eso surgió en realidad porque en la utilería de una obra de teatro infantil había una pelota grande, la obra creo que se llamaba “La Pelota Mágica” y de comenzar a jugar con eso adentro de la Biblioteca pasamos a hacer picaditos en el patio”.
Luego de varios picaditos y viendo que el sentimiento de pertenencia era muy grande entre quienes concurrían a la Biblioteca, “un verano Newbery organizaba en su gimnasio un torneo de Fútbol 5 y entre asado y asado surgió la inquietud de armar un equipo de Fútbol 5 que represente a la Biblioteca y participáramos, y así fue. Mezclamos a los que jugábamos en algún equipo y los que no lo hacían y fuimos a jugar ese campeonato”, explicó Sevilla.
Pero el de la Biblioteca Florentino Ameghino no era un equipo como cualquiera, sino que venían de otra rama, la del pensamiento, la lectura y las artes. “Rápidamente se convirtió en algo innovador y original, porque llevamos lo que teníamos; los pibes que hacían música llevaron los instrumentos que no eran habituales en el fútbol; los que hacían teatro llevaban disfraces o cosas particulares de alguna escenografía un poco para enriquecer la propuesta. Eso tuvo el fundamento conceptual con el que lo íbamos a encarar, que tenía que ver co, como todas las cosas que hacíamos en ese momento, en tratar de que las actividades de una Biblioteca se abrieran a la sociedad, se masificaran y sobre todo la cultura del libro, como contacto que abre a la posibilidad de lectura y aquel pensamiento sea lo más masivo posible”.
Además, Marcelo Sevilla destacó el recuerdo que quedó con el paso de los años de aquella época, manifestando que “fue una movida muy interesante, alegre y muy festiva, que nos dejó a todos una sensación de felicidad y no demoró en aparecer, a finales del año 85, la posibilidad de afiliarse a la Liga Venadense. La Biblioteca institucionalmente tenía los resortes estatutarios y demás para hacerlo, le faltaba la cancha y el equipo, pero para nosotros en ese momento era lo de menos. Primero nos organizamos para afiliar el equipo a la Liga y después nos dedicamos a armarlo. Como era todo en un contexto de mucha libertad y creatividad.
Estaba todo por inventarse; desde la manera de vestirnos hasta los colores de la camiseta fue resultado de ideas que todos íbamos tirando, del intercambio que producen la amistad y el encuentro. Asi se fueron concretando un montón de cosas que se llevaban a la realidad y eran la plataforma para hacer algo más; era lo que nosotros llamábamos ‘los apetitos de posibles’.