El lunes una adolescente de 13 años recibió un disparo en el pecho cuando cenaba con su familia. Los casos de chicos heridos en atentados a domicilios se volvieron recurrentes
Mientras cenaba con su familia este lunes a la noche, una niña de 13 años fue baleada en el pecho luego de que un grupo de delincuentes disparara contra el frente de su casa en el suroeste de la ciudad. Si bien en este caso la herida fue leve, el hecho dejó en evidencia una dinámica que desde hace años se repite en muchos barrios de Rosario y que en los últimos meses se ha vuelto recurrente: bebés, chicos y adolescentes son alcanzados por balas de plomo aun cuando se encuentran dentro de sus hogares. Durante el 2020 solo al Hospital de Niños Víctor J. Vilela ingresaron por lo menos 21 chicos heridos por arma de fuego.
Balaceras, ajustes de cuentas, peleas familiares o entre bandas narco tienen cada vez más como víctimas a veces impensadas a menores de edad que quedan en el medio del fuego cruzado o son blanco de los atentados, de manera directa o indirecta. Algunos chicos fueron lesionados gravemente y otros incluso perdieron la vida.
Este lunes en el barrio Tío Rolo, un grupo de delincuentes descargó varios disparos contra una vivienda de Calle 2106 al 7000. La familia estaba cenando y uno de los proyectiles impactó en el torso de una de sus integrantes, de tan solo 13 años. En el Hospital Roque Sáenz Peña los médicos comprobaron que había sufrido un roce en el tórax y que por fortuna estaba fuera de peligro.
El fiscal Luis Schiappa Pietra, de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos, reveló que los balazos se efectuaron desde un vehículo en movimiento –otra característica reiterada de esta expresión de la violencia urbana–. Por el momento las autoridades están relevando si había habido ataques previos en ese domicilio de la zona sur, a través de testimonios y de revisión de causas penales, que suelen investigarse como abusos de arma, lesiones, tentativa de homicidio u homicidio, según su magnitud y derivaciones.
“Este tipo de hechos suceden habitualmente y se producen en el marco de códigos que manejan ciertas personas y grupos para expresar avisos, venganza, adversidad”, completó el funcionario del Ministerio Público de la Acusación.
Como consecuencia de estas disputas, se convirtieron en víctimas muchos niños que se encuentran dentro de los hogares o en las inmediaciones, como los emblemáticos asesinatos de Ticiana Espósito, de 14 años, a quien balearon en la cabeza en su casa de zona oeste mientras lavaba los platos -en septiembre pasado en el barrio Villa Urquiza-, y de Lian, el bebé de ocho meses herido hace tres semanas en brazos de su madre. Este chiquito recibió un disparo en la cabeza en el barrio Godoy, en zona oeste, cuando dos personas que se desplazaban en moto abrieron fuego contra una familia, a la vuelta de la comisaría 32ª. Antes de apretar el gatillo le dijeron al padre de Lian: “Esto es para vos”.
Las balaceras se convirtieron en una modalidad de uso corriente entre grupos criminales y a veces son solo un punto de la trama de redes delictivas de largo alcance, tal como dio cuenta este diario en relación a una organización que obtenía ingresos millonarios a partir de usurpar viviendas. Fue siguiendo la pista de una balacera en Empalme Graneros, que dejó a una nena de 11 años herida, que pudo desbaratarse esta asociación ilícita.
Hasta el 25 de noviembre del año pasado, según las estadísticas oficiales del Hospital de Niños Víctor J. Vilela, solo a ese efector habían ingresado 18 chicos de hasta 15 años heridos por armas de fuego. A esa cifra se le suman el caso del bebé de ocho meses y de los menores heridos en Navidad en el barrio Las Flores, un adolescente de 14 y un nene de un año.
De acuerdo al informe del Vilela, el grueso de las víctimas tenían entre 10 y 14 años y en términos geográficos fueron atacados mayormente en zona oeste.