La pandemia de coronavirus agravó las circunstancias de las internaciones y les agregó el doloroso plus de la soledad. Atento a esto, un médico santacruceño pidió internarse con su papá de 80 años cuando le diagnosticaron que era positivo de covid-19. La experiencia, que aún transitan juntos, le permitió experimentar la profundidad y el alcance del amor.
Martín Rodríguez vive en Puerto Deseado donde ejerce la medicina. Desde un sanatorio de esa ciudad del sur argentino, contó a A Diario (Radio 2): “Estamos acá, pasó la etapa más dramática. Estoy internado aun con mi papá, con la esperanza de podernos ir pronto”.
De acuerdo a lo que explicó, había programado una internación de sus papá ya que padece otras patologías que debían ser controladas. Cuando ingresó al nosocomio se le practicó un test de coronavirus que dio positivo, con lo cual, se modificaron las condiciones de su permanencia. “Me aceptaron como acompañante, me autorizaron y además tenía que pasar mi aislamiento durante 14 días, prefería estar para asistirlo y cuidarlo”, sostuvo y consideró: “Es una oportunidad que no tiene todo el mundo, no hay dudas de que el afecto de alguien que te quiere es muy importante en estas situaciones”.
“Todos sabemos cómo son las internaciones en aislamiento. Si se descompensa en la madrugada, nadie se percata, acá hay una sola enfermera para toda la sala que no da abasto y no tener acompañante hace que las eventualidades de las enfermedades pasen desapercibidas. Yo lo sé como médico y era mi miedo”, manifestó.
Rodríguez aseguró que como profesional de la salud es el “soldado” de su familia, el que promueve los cuidados y el que buscó preservar a su padre. Sin embargo, algún que otro contacto con los nietos terminó en un contagio. “Ya está, ya ocurrió”, dijo, pasando página. “Hay esperanza, ya estamos en la recta final para el alta médica”.
Durante los días que cuidó a su padre, ambos compartieron momentos cruciales. “Yo vi a mi papá morirse tres veces, despedirse. Es durísimo. Quizá si no hubiera estado yo, seguramente hoy no estaría. Me miraba a los ojos y me decía «no me dejes ir, no me sueltes la mano». Lo cuento y se me hace un nudo en la garganta”, reveló.
A pesar de la dureza de esos momentos, los pondera: “Estuve con él, ojalá todo el mundo tuviera esa posibilidad de tener a alguien que te de la mano”, observó.
Fuente: Rosario3