Agustina Vega, de Tucumán, estaba por rendir su última materia para recibirse y la noche anterior su departamento se quedó sin wifi. Allí comenzó su angustia, hasta que encontró una mano amiga que la salvó.
“La noche anterior a rendir mi hermano se acerca y me dijo que nos habíamos quedado sin wifi en el departamento. Imagináte lo que significa que te digan eso. Traté de tranquilizarme y me fui a dormir pensando que iba a volver a la mañana siguiente”, contó.
Agustina, una joven tucumana de 25 años, cuando se despertó la conexión a internet no había vuelto y quedaba poco tiempo. A las 8:30 de la mañana debía estar conectada en la sala de espera del Meet.
“Comencé a llamar a mis amigos que viven cerca del departamento para tratar de encontrar una solución”, dijo. Fue en ese momento que Agustina recordó que el dueño del departamento le había dicho que la vecina del frente “era muy piola”. “Yo la había saludado dos veces en el ascensor y me parecía un montón molestarla, pero estaba desesperada así que salí al pasillo y le toque la puerta hasta que me abrió”, rememoró.
Ante los nervios por el examen, la joven decidió tocarle la puerta a su vecina que por poco no conocía y pedirle un favor. Agustina narró que le pidió disculpas por la molestia “pero que necesitaba la clave de su WiFi para poder rendir, para poder recibirme”. La mujer medio dormida le contestó que “no se sabía ninguna contraseña de nada, pero que me quede tranquila y que pase a su casa”.
“Cuando entré a su casa me prestó su computadora, me prendió la calefacción y me dijo que rinda tranquila y apruebe; que cualquier cosa que necesite ella iba a estar en su habitación. No lo podía creer”, contó la joven muy emocionada.
Con la ayuda de su vecina, Agustina se calmó, controló los nervios, y rindió su último examen. Le conto a su vecina. “Fue a la primera persona que abrace. No dudó en ayudarme a pesar de no conocerme. Vi su felicidad cuando le conté que aprobé y me abrazó y me dijo ‘a seguir así’”.