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Exposición crónica al humo: daña la salud a corto y largo plazo

Desde el fin de semana, los nuevos incendios en las islas desesperan a los ciudadanos de Rosario y sus alrededores. Un aspecto que se repite en la mayoría son las dificultades para respirar e irritación en la garganta y ojos. Sobre esto conversó El Ciudadano con el médico Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socioambiental y docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

“El daño se puede medir a partir de dos tipos de impactos. Los agudos, que son los que vemos todos los días: no podemos respirar, nos ahogamos, se nos irritan los ojos y las mucosas y la piel se nos reseca. A mediano y largo plazo no se ve hoy y van a ser muy pocas las personas que relacionen sus síntomas con lo que nos pasa hoy en la ciudad”, introdujo.

El especialista refirió que en Rosario no se está haciendo un seguimiento -al menos de manera oficial- de los efectos a largo plazo que pueda estar generando la permanente exposición que tienen los habitantes al humo proveniente de los incendios en las islas frente a la ciudad.

“Lo que vivimos ya es crónico”, estableció Verzeñassi. Desde el Instituto que dirige, de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR, en 2020 publicaron el libro “La vida hecha humo”, donde con sus colegas intentaron registrar y sistematizar el impacto de la quema del humedal en la vida de la sociedad rosarina. “Ahí hicimos referencia a estos trabajos e hicimos una alerta. Llevamos registro de lo que sucedía. Hoy el acceso a los datos de salud es muy complicado si no estás dentro de la salud pública”, comentó y dijo que no está al tanto de que haya un área del Estado que esté tomando el tema para hacer estudios de investigación y seguimiento de los efectos.

¿Cuál sería el problema de no hacerlo? Si respirar el aire contaminado genera problemas de salud a largo plazo, cuando en unos meses o en unos años empiecen esas consultas médicas no se va a asociar los síntomas a la situación que vivimos hoy en el Delta del Paraná.

“En países como Australia y Canadá, que tienen frecuentes incendios forestales y mucha exposición al humo que se genera, demostraron que hay una relación directa con varios problemas de salud. Por ejemplo, el aumento de abortos espontáneos por los problemas que genera la calidad del aire. Se demostró, además, que existe un daño transgeneracional”, explicó.

El médico integral señaló que el humo que respiran hoy hombres y mujeres puede afectar, en un futuro, la gestación de bebés: “Impacta en nuestra estructura genética por lo que se traslada a las próximas generaciones. Si gestamos en un tiempo, nuestros hijos pueden tener impacto en su genética. Los trabajos científicos publicados hasta ahora dicen que la exposición crónica al humo de los incendios también puede generar alteraciones metabólicas y trastocar el sistema cognitivo y neurológico. Ya está comprobado”.

Si no hay un seguimiento a los síntomas y problemas que genera hoy el humo “después cuesta asociar estas patologías, en Canadá y Australia se busca ésto”.
Por otro lado, Verzeñassi indicó que los cuadros de quienes padecen asma o enfermedades respiratorias “se exacerban en esta época”. Además, estos pacientes en general, sostuvo, resuelven el cuadro en su propio domicilio. A veces aumentan la dosis del medicamento que necesitan pero al no asistir al sistema de salud no se registra de manera oficial que existe este aumento que él mismo siendo paciente asmático sabe que ocurre.

Al mismo tiempo, el docente de la UNR afirmó que la exposición al aire contaminado afecta tanto el desarrollo infantil como el proceso de gestación: “Las mujeres que viven en Rosario respiran el aire con partículas tóxicas, incorporan en sangre menos oxígeno y por lo tanto tienen menos posibilidad de nutrición. Puede desencadenar que nazcan niños antes de tiempo o con bajo peso”.

Finalmente, destacó que el humo también aumenta el riesgo cardiovascular. Insistió en la necesidad de que se empiecen a asociar las patologías actuales con la situación ambiental que atraviesa la ciudad.
En este sentido, recordó las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hacia 2018, al menos cuatro millones de personas morían por respirar aire contaminado.  Para Verzeñassi fue indicador importante del organismo responsabilizar la calidad de aire como un factor peligroso para la salud de la población.

De hecho, en su web oficial la OMS reconoce que la contaminación del aire es un factor de riesgo crítico para las enfermedades no transmisibles ya que se estima que causa una cuarta parte (24%) de todas las muertes de adultos por cardiopatías, el 25% de las muertes por accidentes cerebrovasculares, el 43% de las muertes por neumopatía obstructiva crónica y el 29% de las muertes por cáncer de pulmón.
A su vez, el organismo estima que cerca del 90 por ciento de las personas de todo el mundo respiran aire contaminado, ya sea por industrias o incendios forestales como en el caso del humedal.

“Estamos en una ciudad afectada por los incendios de los humedales, nos afecta directamente y fueron días muy graves los de este fin de semana pero el problema es que venimos así hace casi dos años”, consideró y agregó: “Además, en Rosario tenemos como agravante que en el último tiempo aumentó el parque automotor y el volumen de construcción en altura por lo que se limita el acceso del viento, se impide purificación del aire por los vientos”.

“Y ya no tenemos el humedal que teníamos hace dos años y que permitía el filtro del aire, la recuperación de la calidad del aire por el verde forestal que había. Todo esto es una carga que incrementa el impacto negativo en salud”, sumó a este listado de complicaciones que se suman a las quemas de las islas.

Condenas populares y militancias
Los Juicios Éticos Populares a los Ecocidas son eventos de visibilización pública donde se reúne prueba y se suman organizaciones ambientales de todo el país donde existe esta misma problemática de los incendios. Verzeñassi forma parte del tribunal en Santa Fe.

“Lamentablemente, en este contexto, como ciudadanos no hay nada que podamos hacer, no podemos elegir qué respirar. La solución es desde el punto de vista de la salud pública. Parar la ciudad hasta que políticos y jueces hagan algo”, planteó.

Por eso la existencia de estos juicios populares son importantes: porque juntan testimonios, reúnen datos técnicos, intentan identificar quiénes son los responsables, sistematizan la información disponible y realizan un dictamen. El objetivo es que la Justicia tome estos informes como parte de la prueba para juzgar a quienes están incendiando los ecosistemas.
“El ecocidio no es solo los incendios, son los agronegocios, la megaminería, el fracking”, enumeró y subrayó la importancia de generar activismos, militancias, “por el derecho a vivir de una manera saludable”.

“Cuando me recibí de médico hice un juramento y el primero dice no dañar. Me comprometí a trabajar para cuidar la vida y la salud. Como profesional tengo un compromiso ético por el derecho a la vida y la salud. Soy un convencido de que no es posible separa la vida de los seres humanos del ambiente. Vivimos en un contexto enfermo, no es sano para la salud de las personas”, consideró.

Repaso histórico
“El tema es cómo convirtieron a las islas en producción agroindustrial”, sugiere Verzeñassi y sostuvo que los incendios que se sucedieron desde 2020 “no tiene ningún antecedente en la magnitud”.
Si se intenta una historización se podría enumerar: a mediados de 2003 se inauguró el puente que conecta Rosario con Victoria, ciudad de Entre Ríos al otro lado de la costa rosarina. Esto permitió una conexión más fluida, nuevos movimientos turísticos y una oportunidad para productores ganaderos.

Eso permitió que se transporten animales a través de camiones por la ruta del puente, hasta el momento era sólo por medio de embarcaciones, lo cual era más costoso y lento. Si bien los incendios en las islas forman parte del ciclo natural, el ingreso masivo de mayor cantidad de  ganado a la actividad agropecuaria implicó, con los años, mayores fracciones de tierra incendiadas para asegurar la alimentación de los animales.

Sin embargo, en abril de 2008 se llegó al primer pico de incendios simultáneos. Más de ciento setenta mil hectáreas se vieron afectadas en ese momento. El humo llegó por primera vez a Rosario y también a Buenos Aires. Según las estimaciones de algunas organizaciones ambientales solamente el pasado sábado 6 de agosto se quemaron 1.500 hectáreas. Desde el verano de 2020 los incendios son cada vez más frecuentes.
Fuente: El Ciudadano

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