sábado 23 noviembre 2024
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Elías “El Macho” Araujo, leyenda en proceso de construcción

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Por Lucas Paulinovich/Pablo Tomás Almena
El 15 de mayo Araujo hace su presentación profesional en el Estadio Olimpia. Trabajador incansable, es un ejemplo de esfuerzo y disciplina en el deporte, más allá de las adversidades económicas. Lucha por ser profesional. Está a un paso. Sus dos peleas como profesional despertaron grandes expectativas. El negocio del box lo mira relamiéndose: surgir desde el nocaut

Venado Tuerto- Las pantallas de TyC Sports lo mostraban de brazos levantados, extenuado. Acababa de vencer por nocaut en su debut profesional. Cuando ingresó sonaba la chacarera “El olvidao”, de Néstor Garnica. Pero más bien se trataba de un desconocido que escribía su nombre por primera vez en las primeras páginas del boxeo nacional. Elías “el macho” Araujo nació en Rufino. Llegó a Venado Tuerto para prepararse y dar el salto profesional. Lo hizo el 14 de marzo, en el club Sportivo Las Parejas, contra Elias Trossero. Ahí todo el país pudo ver a ese pelado de 27 años, que tenía alrededor de 40 peleas amateurs, subiendo al ring con pantalones celestes y la estampa que anunciaba “macho” en la cintura. Lo vieron lanzar sus puños embravecido contra el rival, reafirmándose en su fortaleza física, y vieron como aquel otro caía. Final del debut en el tercer round. Nocaut.
Ganar a lo macho
Hacía tiempo que la región no veía a uno de los suyos en los cuadriláteros oficiales, y ahora estaba ese petizo fibroso, corriendo con la guardia firme por todo el ring. Parecía una topadora, no podía encontrar el cuerpo del oponente, hasta que logró impactar una mano a mitad del primer round. Después fue todo un avance sostenido sobre el rival hasta hacerlo caer. Mordiendo, acurrucado, moviendo la cabeza para un lado y el otro y soltando esas ráfagas de manos que fueron debilitando al rival hasta que el árbitro movió sus brazos indicando el final. El “macho” Araujo ganaba su primera pelea. La segunda presentación fue el 3 de abril, en Sportivo América, de Rosario. Ésta vez le ganó por puntos a Jonathan Pereyra, con fallo unánime. Esa pelea también fue seguida por las cámaras de la televisión porteña. Los comentaristas equivocaron una y otra vez su edad y el lugar de procedencia, pero no fallaron en detectar el potencial de ese novato del sur santafecino, que subía como una tormenta de piñas intentando arrinconar a los rivales, tenerlos cerca para trabajarlos golpe a golpe, repetidos con frenetismo y contundencia.
Después de las transmisiones, llegaron las ofertas. Lo invitaron a sumarse al circuito bonaerense, donde las posibilidades se multiplican y la exhibición ante promotores y patrocinadores es mayor. Pero todavía prefiere competir en su tierra: “hay promotores que ofrecen peleas. Ahora me surgen rivales más experimentados, allá es más difícil porque hay que ganar por knock out sí o sí. Por eso la idea es hacer carrera acá para no ir de punto allá y que nos roben la pelea”, simplifica. Su próxima presentación, justamente, será en Venado Tuerto, concertada para el 15 de mayo. Será su debut oficial como local, en el lugar donde se alojó para poner un gimnasio y prepararse para dar el salto definitivo a la profesionalidad, rodeado de aquellos que lo conocieron cuando trabajaba en un criadero de cerdos en Rufino, o empezaba a repetirse en las rutinas de entrenamiento, poniéndose a punto para competir en la elite del boxeo nacional.
Profesional de las piñas
El sacrificio y la concentración en el objetivo fueron las consignas que justificaban cada una de los turnos de entrenamiento. Del trabajo salía y con trabajo subió al ring profesional: “yo entreno para ganar. No me gusta entrenar. Es horrible hacer doble, triple, cuatro turnos. Uno maldice cuando tiene que entrenar. Lo hago porque en necesario para ganar. El rendimiento deportivo tiene que estar estudiado y uno tiene que cumplir con ciertas cosas”. Sus palabras, en un mundo donde lo que prevalece es la ostentación de la gloria fácil y el despilfarro del éxito, suenan de otra época. Pero en su vida, resultaron ser una constancia. Cuando llegó a la ciudad puso junto con dos compañeros un gimnasio, donde se dedica a enseñar. Es un maestro en actividad, que no se respalda en triunfos viejos y olvidados, sino que se confirma en el momento mismo de sus clases. Enseña entrenado, en definitiva. Es difícil escaparle al “sueño del campeón”, que con tanto entusiasmo los publicistas del boxeo promueven, más aún en tiempos de auges televisivos de las peleas internacionales, con la imagen del “chino” Maidana y “maravilla” Martínez luciéndose en vidrieras y tandas comerciales, formados como un destino irrevocable al que todo boxeador debe aspirar. “Trato de no pensar si no llego. Pienso en otra cosa, en todo lo que va a pasar cuando llegue”, comenta Araujo, que tiene como meta colocar a la ciudad como una sede posible para que lleguen las cámaras de televisión y las pantallas del país puedan observarlo pelear en su tierra. El negocio de la televisión, por ahora, necesita evaluar conveniencias: “el Estadio Olimpia está en la idea si podemos traer a TyC Sports. Por ahora vamos a ir por lugares más chicos. Es muy difícil que venga la televisión, tienen que venir a evaluar y por eso queremos hacer una prueba antes”.
Dos en el ring, que quieren lo mismo
Mientras tanto, es momento de las autocríticas y la continuidad en la preparación. “La primera pelea me gustó como peleé. La segunda no me gustó, hay mucho para corregir. Fui muy desesperado, porque el rival constantemente se escapaba. Mi fuerte es boxear cabeza a cabeza y palo por palo”. La experiencia de la novedad le permite conocer su propio desenvolvimiento: “sé que a más round manejo mejor el tiro, en cuatro rounds no podes perder nada, no deja tiempo para desarrollar el boxeo de cada uno”. La puja de los estilos, tan marcados en la forma aguerrida en la que el “macho” avanza sobre sus rivales, es una de las cuestiones que se resuelven con la práctica. La certeza que deja es la necesidad de prepararse. “Uno sabe que va a eso y que el oponente quiere lo mismo: ganar”, sentencia. Pero es en los golpes, en fin, donde se resuelven los combates.

Artículo publicado en la Primera Edición de Mayo de PUEBLO Regional- Lucas Paulinovich/Pablo Tomás Almena

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