(PR/Andrea Acedo) Patricia Chaves comenzó a trabajar en la Agencia de Quiniela hace ya casi 18 años. Fue su primer y único trabajo. Empezó en una agencia sobre Hipólito Irigoyen y Azcuénaga y luego, después de un receso obligado al tener a su hijo, fue traslada a la agencia en pleno centro de la ciudad. Belgrano casi Mitre es el lugar donde cada día abre las puertas y recibe a sus clientes, muchos de los cuales van todos los días. Ahora ya es dueña de la Agencia. Luego de fallecer el propietario que la empleó, durante la pandemia, sus familiares le ofrecen comprarla o de lo contrario indemnizarla ya que no querían seguir con el negocio. Dudó mucho, tuvo miedo, pero apostó (como sus clientes) a este emprendimiento con el que lleva adelante su hogar.
Esta es su historia y el día a día de la agencia:
P.R. ¿Hace cuánto comenzaste a trabajar en este rubro?
Patricia. En diciembre de este año van a ser 18 años que trabajo en el rubro. Mi primer y único trabajo. Hasta el 2003 estudiaba profesorado de Matemática en Rosario y había una materia que me trababa así que dejé de estudiar. Soy de Hughes, mis padres están separados y como mi mamá vivía acá me vine a Venado en mayo del 2004 . Empecé a hacer un curso de computación acelerado. Comencé a hacer amigos, me quedaba en la semana de lunes a viernes en la casa de mi mamá y los fines de semana me iba a Hughes. Tengo una media hermana y empecé a salir con ella y así me fui quedando cada vez más. En ese entonces me propuse conseguir trabajo en Venado antes de terminar el curso de PC. En octubre me salió lo de la agencia que era solo para reemplazo. Me preparé un mes y medio y resulta que en noviembre una de las titulares, que era una chica que estudiaba y trabajaba decidió dejar el trabajo para dedicarse al estudio. Ahí quede fija, me pusieron en seguida en blanco.
Fueron 16 años siendo empleada, y ahora soy dueña, hace un año y medio.
P.R. ¿La gente que días juega más?
Patricia. Los martes, miércoles, viernes y los sábados a la mañana. El jueves es el día más tranquilo porque ya sorteó el Quini el miércoles a la noche. En la otra agencia que estaba antes había mucho movimiento los sábados a la tarde. Acá en el centro no, al revés se trabaja bien el sábado a la mañana y a la tarde es más tranquilo. Quizá sea por la zona, no hay mucho lugar para estacionar. Los sábados a la tarde la gente anda caminando, paseando, gente de pueblos de los alrededores como de otros barrios, entonces ve la agencia y aprovecha a jugar un Quini.
P.R. ¿A qué juegan más?
Patricia. La gente juega mas a la quiniela, casi siempre por necesidad. Esta el dicho “el que juega por necesidad pierde por obligación”. Hay personas que dicen que juegan porque se quieren ir de viaje, pero en realidad siempre es para salvarse, de alguna deuda por lo general. De los juegos poceados que son el Quini, Brinco y Loto, lo que más se juega es al Quini 6.
P.R. ¿Han dado premios importantes?
Patricia. Hasta ahora dos premios. Pero nosotros no los pagamos en la agencia. En el primero hicimos todos los papeles que hay que hacer en Lotería, y ni los vimos a los ganadores. A los que ganaron en esa oportunidad los conocí hace poco. Fue en el 2014, cuando asesinaron a mi compañero Ricardo Etchart. Días atrás en el local se había vendido el boleto ganador de un premio de 1.500.000 pesos. Era de Lotería, una parte del Gordo de Navidad. Los ganadores eran de Santa Isabel. Hicieron todos los papeles en Lotería y arreglaron el premio allá.
La segunda vez que salió un premio grande fue con uno de 400 mil pesos. La persona que ganó quería el dinero en efectivo, lo juntamos, lo llamamos y se lo pagamos en mano.
P.R. ¿Hubo cambios en los hábitos de juego antes y después de la Pandemia?
Patricia. Hay gente que dejó de venir. Si eran clientes fijos llamaban por teléfono y cuando tenían dos o tres jugadas venían a pagar. Otro cliente, por ejemplo, jugaba 5 Quini 6 por sorteo y después yo cuando salía de trabajar y como me quedaba de pasada se lo alcanzaba y me daba el dinero para no andar exponiéndose en el centro. Lo empezamos a hacer el año pasado y seguimos con ese método porque es un hombre mayor y se sigue cuidando. Hay muchos que ya no están, o mandan algún familiar porque son personas grandes. Claro que hubo cambios por el tema de cuidarse y no andar exponiéndose tanto. Este año se empezó a soltar más y veo más a la gente, pero al principio se notaba mucho. No entraba nadie. Costó remontarla.
P.R. ¿La gente te cuenta por qué juega tal o cual número?
Patricia. La mayoría de los quinieleros tienen su número o está el que le pasó algo o soñó con determinada cuestión o algún cumpleaños o cambio de un auto, la patente, esas cosas. Tengo un cliente que viene siempre y le gusta jugar los números de las facturas o tickets. Por ejemplo, va al super o a comprar algo y mira el ticket, las últimas 3 o 4 cifras y las juega. O va a la farmacia y si no puede ver los números él me lleva el papelito y se lo juego. Si ese día no hizo ninguna compra todavía y quiere jugar, les pregunta a sus ex compañeros permisionarios algún número de 3 cifras y lo juega. A veces me piden ayuda: ¿qué es tal cosa?, por ejemplo, me ha pasado mucho que me pregunten que es “la llave” porque la pierden seguido.
También juegan el número de espera que le dan en la entrada en la Cooperativa Eléctrica que está en la esquina. La mayoría de la gente lo viene a jugar a la quiniela para ver si salvan de la boleta de la luz con ese numerito. Con la farmacia igual, vienen con las bolsas llenas de remedios y juegan para ver si recuperan algo de lo que gastaron.

P.R. ¿Hay habitués del negocio?
Patricia. Hay gente que la veo todos los días y hasta varias veces al mismo día. Un par ya los conozco de la otra agencia. Hace casi 18 años que los conozco. A mi hijo que ya tiene 10 años lo vieron crecer, se acuerdan, me preguntan por él, como está de grande. Más de diez clientes seguro hay en esas condiciones.
- ¿Tenés alguna anécdota divertida para contar?
Patricia. Hace un par de años atrás un hombre había ganado la quiniela, sabía que tenía premio y en qué lugar de la casa lo había dejado. Cuando fue a buscar el ticket ganador había desaparecido. Fue a la agencia a advertirnos que le habían robado el ticket de la casa, que él ya sabía más o menos quién era. Me describió a la persona que había ido a la casa y que él pensaba era responsable. Nos pidió ayuda, que le avisemos si aparecía a cobrar el premio. Esta persona apareció a cobrar el ticket y yo le dije que lo habían denunciado como desaparecido. Le pregunté quien lo mandó y me dijo que era cadete, que no sabía de quién era. Finalmente, esta persona se asustó y terminó dejando el ticket, no apareció más. En recompensa mi compañera de ese entonces y yo recibimos medio lechón cada una y una pulserita porque el ganador, muy agradecido, vendía lechones.
Otro cliente me toma de técnica en celulares. Viene una o dos veces por semana para que lo ayude con las redes o con las funciones del teléfono que no entiende. Tengo que salir de atrás del mostrador y pasarme del otro lado y explicarle las cosas y no es el único. Otras personas también he ayudado, con el volumen u otras cosas que no saben manejar del celular.
P.R. Aparte del lamentable hecho en el que falleció tu compañero de trabajo, ¿sufriste otros hechos de inseguridad?
Patricia. Lo de Ricardo fue muy triste y afortunadamente yo no estaba presente. Fue en el 2014, un viernes al mediodía, cuando un joven a cara descubierta, ingresó a robar. Apuntó a Ricardo con un arma y le pidió el dinero y no se conformó con lo que había. Quería más por eso disparó y huyó. Hacía poco se había vendido el boleto ganador de una parte del Gordo de Navidad con un premio de 1.500.000 pesos. Habrá pensado que teníamos esa plata.
Yo también sufrí un robo a punta de pistola cuando estaba en la otra agencia. Haría dos o tres años que trabajaba ahí. En ese momento no existían las medidas de seguridad que hay hoy. No había un vidrio de separación con la gente como ahora, ni puerta eléctrica. La gente entraba así nomas y estábamos expuestas a la gente. Me acuerdo que fue un 20 de junio. Yo a la salida del trabajo tenía pensado irme a comer con unas compañeras de trabajo. Eran como las 20, un poco pasadas, ya casi cerraba. Entró un chico, me apuntó con un revólver y me pidió que le diera la plata. Lo que sí tenía era una alarma de pánico, que él no se dio cuenta, pero yo la estaba presionando. No me hizo nada, me paralicé, él terminó dándose la vuelta para sacar la plata, hasta que llegó la policía. Fue muy feo. Eso dentro del trabajo después me han robado varias veces, pero fuera.
¿Vos jugas? ¿Te entusiasmás si alguien te dice que tiene el número ganador?
Patricia. No, nunca me llamo la atención, no tengo ese vicio. A veces he jugado cosas extraordinariamente. La primera vez que jugué fue cuando me robaron la bicicleta delante mío porque la dejaba sin atar en el bicicletero afuera y como yo ya me iba, era mediodía no la até y vi como se la llevaban. Jugué a los ladrones. También he jugado el DNI de mi hijo, cuando me compré la primera moto jugué la patente, así, cosas especiales. Y números que me tira la gente no juego tampoco, por más que vengan y me digan: ¡jugalo, jugalo! Por ahí lo hice porque coincidía con algo que me pasaba a mí. No soy de jugar, por suerte porque si no creo que dejaría el sueldo ahí adentro. Sé que hay compañeras que han tenido esos problemas.


