(PR/Rocío Guzmán) La vuelta al colegio trae aparejado un combo de obligaciones no sólo para los alumnos, sino que también para su entorno familiar.
Desayunos apurados, almuerzo y preparaciones de viandas o colaciones para los recreos son tareas que recaen en los padres, sumado a las ocupaciones diarias de los mismos que hace que las opciones por las cuales optar, sean las más prácticas como también las menos saludables. Sin hablar del elevado costo que implica “comer mal o comer poco saludable”.
De hecho, según una nota publicada por el Diario Perfil la semana anterior: “América Latina tiene los precios más elevados del mundo para comer sano. La Latinoamérica supera ampliamente la media global de 3,54 dólares”.
Y la pregunta entonces es cómo comer saludable, rico, atractivo visualmente y a un menor costo. Nos contactamos con la Licenciada en Nutrición, Luciana Ferrand, para responder a esta duda.
Cuando hablamos de niños “generalmente pasa que al saltarse el desayuno por ejemplo, se lleven a la escuela masitas o galletitas industrializadas de casa o dinero para comprar en el kiosco de la escuela, cosa que no debería ocurrir si no cambia el sistema de kioscos”, explica Ferrand, añadiendo que “es importante la incorporación de kioscos saludables en todo el sistema educativo: inicial, primario, secundario, terciario y universitario, que -en la actualidad y desde que existen- sólo cuentan con productos ultraprocesados”.
La Diplomada en Nutrición y Salud Pública informó que opciones saludables pueden ser una fruta de estación o un tupper con frutas frescas, por ejemplo: manzanas o bananas.
Ampliando esta información, acotó que los pancakes de avena, budines caseros, galletitas de avena, barritas de avena caseras, sándwiches de queso y pochoclos caseros, podrían ser una muy buena opción.
Entre las bebidas saludables, enumeró a la leche sin el agregado de cacao con azúcar, yogures descremados bebibles o caseros, que son mejores. También licuados hechos con frutas y agua mientras se mantengan estas temperaturas. Por otra parte, los jóvenes pueden consumir infusiones como el té, el café, el mate cocido sin azúcar y sin edulcorante, aunque en el caso de ser necesario es preferible el azúcar.
“Todas estas opciones tienen un costo menor a lo que se compra en el supermercado y además, cuenta con la ventaja de comer mejor, de realizarlo para todo el grupo familiar y de organizar la alimentación para toda la semana”, manifestó y agregó: “Hoy podemos ver diversidad de preparaciones que ya no tienen que ser dulces para desayunos o meriendas y salados para almuerzos y cenas”.
Ferrand subrayó que “hay que dejar afuera de las mochilas las galletitas o masitas industrializadas dulces o saladas” que por supuesto tienen un costo mayor en comparación de las hechas en casa. También insistió en suprimir los turrones, alfajores, barritas de masiva producción y los “snacks”: papas fritas, palitos salados, chizitos, gaseosas, jugos preparados y deshidratados “aunque sea en sus versiones lights o sin azúcar agregada”.
Además de evaluar el presupuesto mensual para la comida, es importante acudir a un especialista en nutrición si lo que queremos es llevar una vida saludable y activa. Sobre todo aquellas personas que tienen por genética la probabilidad de padecer enfermedades como la diabetes.
En el Sistema Digestivo es donde se gestan todas las enfermedades a causa de una mala nutrición. Lo sobresaliente es comer con conciencia, ser inteligente al momento de invertir en los alimentos, hay de bajo costo con alto valor nutricional; alimentarse con conciencia ayudará a evitar enfermedades tan graves como la diabetes que es la madre de cinco de los padecimientos fatales: problemas del corazón, del cerebro, de la vista, del riñón y el pie diabético, según indican otros especialistas.