(PR) La cerda bautizada Frida, hoy de dos años, vive feliz en un refugio de Colonia Segovia, en la provincia de Mendoza, junto a 270 perros y otros dos chanchos: Jaime y Reinaldo.
El azar, la solidaridad y la rápida acción de un grupo de amigas mendocinas amantes de los animales hicieron que la historia de Frida, una chancha pequeña que iba a ser sorteada días antes de la Navidad de 2021, tuviera un final feliz, diferente al que suelen tener los cerdos en tiempos festivos.
La historia comenzó cuando Miguel, empleado de limpieza del complejo Palmares, en Godoy Cruz, comenzó a vender rifas días antes del 24 de diciembre entre empleados y clientes de los comercios aledaños.
Así, se topó con Julieta Espinosa, quien trabaja en uno de los locales. En un intento por persuadirla –ella no tenía el dinero en ese momento— le mostró una foto y un video del premio: una hermosa cerdita de pocos meses lista para sacrificar. El efecto que causó en Julieta fue exactamente el contrario.
Aunque no es vegana, se le “rompió” el corazón. “Qué espanto”, pensó. Y enseguida ideó en un plan de acción a contrarreloj, ya que la rifa se haría dos días después. Ni lerda ni perezosa, se contactó con su amiga Yamila Vega, vegana y proteccionista, que atiende en otro negocio del sector y juntas encararon al empleado de limpieza: “Te compramos todas las rifas”, le dijeron.
La sumatoria de todos los números que ofrecía Miguel implicaba un desembolso de 10 mil pesos, cifra nada fácil de reunir en ese momento. Pero el “boca a boca” de las chicas y la colecta realizada a la velocidad de la luz, hicieron que en 24 horas el monto estuviera en manos del oferente.
EL RESCATE
Una parte del plan ya estaba resuelto. Restaba, ahora, el rescate propiamente dicho “Pagué la nafta del vehículo de un amigo que se ofreció a buscarla y emprendimos la marcha. Nunca olvidaré el calor que hacía ese día ni las deplorables condiciones en las que estaba esa chanchita, que no dejaba de llorar. La amé apenas la vi y la sigo amando”.
“Claro, ir a rescatarla no fue fácil, sino más bien un acto de espionaje. Por las condiciones paupérrimas donde vivía, en una villa miseria de Godoy Cruz, de extrema vulnerabilidad, creemos que había sido robada. Era un lugar sucio, horrible y estaba al rayo del sol y sin agua. Fue todo muy rápido, La cargamos a la camioneta de manera fugaz mientras el animal no dejaba de llorar”, recuerda.
Previamente, Julieta y Yamila habían hablado con Gallia Rossi y Noelia Barrera, dos de las fundadoras del refugio “La Casita de Lula”, ubicado en Colonia Segovia, Guaymallén, que lleva varios años funcionando.
“logramos rescatarla a tiempo. Llegamos al refugio y la estaban esperando. Le costó adaptarse, pero por suerte había otro chancho, Reinaldo, y más tarde llegó otro más, Jaime. Ambos en las mismas condiciones que Frida”, agrega Yamila.
Y exclama: “¡Pobre gordita! La pasó mal al principio, gritaba, estaba desorientada, pero de a poco se fue acostumbrando y hoy, cuando la visitamos, no podemos creer los cambios. Le llevamos frutas, verduras, hasta tortitas y pan casero y ella nos hociquea las bolsas porque sabe que siempre tenemos comida de regalo”.
Un párrafo aparte merece, según dice, la enseñanza que dejó el episodio en el agente de limpieza del shopping. “Después de todo esto siguió con sus rifas, pero no de un animal. Le quedó una gran enseñanza: aprendió la lección, que puede ofrecer otro montón de cosas, pero no una vida”, relata.
Fuente Infobae