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La Liga Venadense, el interés de la policía y el riesgo de que aquel sitio que ocupa el club en el barrio, lo ocupen otros…

(por Jota Emme Esse para PUEBLO Regional)

liga-incidentesUna vez más, las noticias centrales de la Liga Venadense se corrieron por algunas semanas del ámbito del rectángulo de juego y se focalizaron en los escritorios, en señores de camisa y no de pantalones cortos. Esta vez los problemas están dados en las desmesuradas exigencias de la policía para cubrir los partidos que se realizan en Venado Tuerto, solicitando una cantidad de agentes casi imposible de pagar para instituciones modestas de la Primera División B de la Liga, donde hay más pasión que dinero y más carencias que comodidades.
Es cierto que hubo un detonante para que la policía pida una cantidad de agentes que se escapa de toda lógica, que fueron los graves incidentes ocurridos después del duelo entre Ciudad Nueva y Central Argentino, cuando en las adyacencias del estadio, policías denunciaron haber sido atacados con disparos de arma de fuego por supuestos hinchas. El episodio fue grave y amerita que se actúe en consecuencia, es decir dando con los responsables para aplicarles la fuerza de la ley.
Pero las cosas ocurren por algo. Hay gente que en el barrio Ciudad Nueva se anima a hablar de cuestiones más profundas, con algo de temor, sin alzar la voz pero no pudiendo ocultar la preocupación y la pena por algunas situaciones que se hacen muy visibles para quien quiera verlas. Concretamente, se habla de delito organizado, de pibes sometidos y de un creciente y peligroso poder territorial de grupos vinculados no se sabe muy bien a qué clase de negocios.
Y en el medio está el fútbol, con los pibes que se rompen el lomo entrenando después de laburar ocho horas todos los días, con los dirigentes que dejan de lado a sus familias y ponen su tiempo a disposición para que la institución primero permanezca y -si se puede- crezca.
Todo eso se derrumba cuando accionan los violentos, cuando la policía de repente se ve superada y patea la pelota hacia otro lado. La misma policía que muy rara vez termina siendo felicitada por la manera de planificar y ejecutar sus operativos, sino que más bien es blanco de justificadas críticas.

La consencuencia
Y a esta situación la sucede el caos. Dirigentes de clubes abren grandotes los ojos cuando les informan que deberán pagar 25 agentes de policía para el día domingo. Y no solo se trata de aquellos clubes cuyos hinchas se vieron envueltos en actos de violencia, sino que por ejemplo un choque entre Defensores Talleres y Matienzo de Rufino (que además ya estaba eliminado), recibió el pedido de más de 20 agentes, cuando ese encuentro difícilmente se fuera a jugar con más de 100 hinchas en la cancha. Algo similar ocurrió con Centenario y Sportsman Carmelense, o Juventud Pueyrredón y Jorge Newbery que afrontaron su partido un día de semana a las 4 de la tarde, es decir con una concurrencia de espectadores muy acotada.
La consecuencia directa del exagerado pedido de agentes es que la policía no tiene personal para cubrir todos los partidos, lo que genera que el jueves a la tarde los equipos todavía no sepan en muchos casos si van a jugar el sábado, el domingo o si el partido va a quedar directamente suspendido para más adelante. Esta situación, tan absurda como insostenible para un fútbol que ha crecido mucho en los últimos años y que tiende a acercarse cada vez más al profesionalismo (por lo menos en el nivel de Primera A), se produce sin una mano firme de las autoridades de la Liga Venadense, que parece estar entregada a los pedidos policiales, que no hace causa común con los clubes afectados y que observa cómo el campeonato se convierte en un caos (des)organizativo.

¿Se puede revertir?
Seguramente los problemas tienen un trasfondo complejo, porque al fin y al cabo es real que la violencia está instalada en casi todos los órdenes de la sociedad y muy especialmente en el fútbol. Ante un problema difícil de abarcar, las soluciones no suelen ser sencillas; sin embargo acá no se observa demasiada reacción.
El primer síntoma es el egoísmo de los demás clubes, que circunstancialmente no se ven afectados por estos problemas y siguen como si nada pasara; hasta el día que los inconvenientes llegan a su propia casa. En tanto, las autoridades de la Liga Venadense no parecen estar dimensionando el tamaño del problema. Un par de veces, Central Argentino (uno de los clubes más populosos de toda la Liga) tuvo que bajarse de la competencia oficial ante el aviso de que deberían afrontar una temporada con una gran cantidad de policías, insostenible para sus modestas arcas. Hoy Ciudad Nueva parece estar viviendo un proceso similar, con la idea rondando cada vez más firme de no presentarse en Primera División en 2016 por idénticas razones.
Acá lo grave no es que la Liga Venadense tenga un equipo más o menos en su torneo, sino el valor que representa un club en un barrio, y más aún en uno con necesidades muy visibles como el Ciudad Nueva. Lejos de incentivar que el club expanda sus horizontes para seguir alentando a los pibes para que se acerquen a practicar deporte, la violencia y la carga económica para apenas entrar en la competencia, alejan al club de la cancha. Triste realidad que todavía hay tiempo para revertirla, pero se necesita una dirigencia que se dé cuenta que el problema es de todos y no solo de algunos, porque el tiempo se encargará de demostrarlo.

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1 COMENTARIO

  1. » La misma policía que muy rara vez termina siendo felicitada por la manera de planificar y ejecutar sus operativos, sino que más bien es blanco de justificadas críticas»
    La Policia es una institucion que cuando hace bien las cosas pasa desapercibida. Pocas veces se le agradece por hacer las cosas bien pero cuando las hace mal se la descuartiza. No es que muy rara vez termina siendo felicitada porque muy rara vez hace las cosas bien, sino que muy rara vez el ciudadano es agradecido.

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