El episodio trágico que asoló a Venado Tuerto los últimos días deja en evidencia el accionar policial. En este caso, la irresponsabilidad de los agentes que llevaron adelante una persecución a altas velocidad en medio de la ciudad, poniendo en riesgo la vida de los ciudadanos, cuando no existían vidas amenazadas. Un auto robado a casi 6 horas del desenlace fatal, y que termina en la muerte de una familia.
“A mí, por ahí por esas formas que tengo, parece que estoy en contra de todo, pero lo que tengo es ganas de perfeccionar e ir corrigiendo todo lo que sucede y que trae tanto daño. Una persecución en la calle Agüero, tan urbanizada, por un auto robado a las cinco de la tarde. El riesgo era que se demore un poco más en conseguir el auto. Yo creo que a la policía le falta una bajada de línea importante, qué es lo que hay que priorizar. Y tener una técnica más perfeccionada sobre cómo hacer la persecución. Si no era esta familia, otro auto, otra cosa lo iba a detener, porque hay esquinas y esquinas y esquinas. Podrían haber pedido a algún compañero que lo interceptaran en algún otro punto, que se le cruce un vehículo de la policía”, comenta la concejala Liliana Rostom en diálogo con el programa Dos en la Ciudad.
La improvisación y falta de un accionar estratégico de las fuerza de seguridad queda confirmada con el desenvolvimiento fatídico de los hechos. Los excesos policiales, avalados por el clima de inseguridad fogueado desde medios de comunicación y usinas políticas, agudizan un ambiente en el que los policías asumen una potestad que excede sus facultades legales. La lógica de ejército de ocupación que se propone como modo de contener la intensificación de los delitos impone un marco de mayor rigor en los controles y las vigilancias. Es necesario mostrarse activos, detener y justificar la presencia.
“Se sabía que esas eran calles con intersecciones que cruza gente, y siempre esa gente iba a llevar la peor parte. Hay que tomar cartas en el asunto. Es una persecución en plena ciudad. No es que llevaban a alguien del cuello, iban manejando un auto robado. Puede correr riesgo la vida ante otra vida. Cuando hay rehenes se mide todo, que no corra riesgo, y no se midió nada y es un tema por demás de importante”, dice Rostom.
Ante esas circunstancias, las calles se vuelven un lugar de riesgo, un espacio para los atropellos. En este caso, una familia terminó pagando los costos de una pésima gestión de los recursos, un error en las técnicas, la falta de toda regulación sobre las acciones.
“La policía tienen una necesidad. Es su tarea diaria. Lo relaciono con que hay que estar en los operativos, son muchas horas, pero no creo que sea una bajada de línea general. No son buenos los abusos, pero puntualmente en esto creo que es falta de experiencia”, cierra la edil.
