(PR) Una tradición argentina y de algunos países de Sudamérica, es que todos los días 29 hay que comer ñoquis. Esta vieja costumbre, para el padre Carlos Sánchez de la Parroquia Santa María Josefa Rosello, tiene un condimento extra: “Es una jornada para compartir y encontrarse”.
Desde hace un tiempo todos los meses el padre Carlos y sus colaboradores preparan esta delicia gastronómica de origen italiano y la comercializan para reunir fondos para la comunidad religiosa.
“Más allá de la elaboración de los ñoquis y el tema económico, lo importante es compartir con la gente de la comunidad, que muchas veces no tiene momentos comunes para encontrarse y esta es una buena excusa para compartir y estar en un contexto distinto”, describió el padre en diálogo con VerTV.
El sacerdote, con las manos enharinadas y en pleno proceso de elaboración, apuntó que en esta ocasión prepararon 50 kilogramos de ñoquis, pero aclaró que llegaron a producir hasta 120 kilos.
Para hoy ya están todas las porciones vendidas, pero el padre informó que para los próximos meses las reservas se pueden hacer durante la semana del 29 al teléfono 430692.
El mismo mensaje de paz y calma que brinda el párroco ofrecen sus colaboradoras: “Te llena el alma hacer esto porque lo haces para el otro, para la parroquia, para la comunidad”, y agregan: “Esto es esperanzador y ojalá se sume más gente, porque es lo que nos va a ayudar a salir adelante”.
La leyenda
La leyenda cuenta que, en el siglo VIII, un joven San Pantaleón predicaba y curaba enfermos en la región de Veneto, en el noreste de Italia. Un 29 de julio, el futuro santo fue invitado a comer por una familia de pescadores que le sirvieron ñoquis.
En agradecimiento por la comida, en medio de un año malo para la pesca, Pantaleón les auguró que en los próximos meses mejoraría la actividad.
La historia agrega que cuando levantaron el plato del peregrino y santo católico se encontraron algunas monedas de oro. La tradición viajó hasta el Río de la Plata con las oleadas de inmigrantes italianos que comenzó en el siglo XIX y hasta hoy perdura con fuerza, mes a mes, en la Argentina y Uruguay.
