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Adicción a la tecnología y a la redes sociales 

(PR/RG) La psicoanalista, Marina Lerdez, aborda el profundo tema de la adicción a las redes sociales. ¿Qué es? ¿Por qué sucede? y ¿Cómo se trata este malestar en la sociedad actual?. 

Psicoanalista e integrante del IOM2, Marina Lerdez.

Consultada por Pueblo Regional, Lerdez en modo introductorio manifestó que “en ´El Malestar en la Cultura´, Sigmund Freud plantea que hay un malestar irreductible e inherente a la cultura. Y que hay diferentes formas de intentar paliarlo, distintas estrategias que no dejan a su vez, de entrañar peligros propios. En esa lista donde encontramos, por ejemplo: el amor, la religión, el delirio; Freud incluye también los narcóticos y el alcohol como lenitivos, quitapenas, como recursos que se utilizan para paliar el dolor de existir, entrañando a su vez nuevos riesgos y dolores”.

En la actualidad, se han creado nuevos objetos tecnológicos virtuales que producen una enorme modificación en los lazos sociales, generando nuevas formas de encuentro y nuevas formas de desencuentro.

Lerdez explicó que “la adicción a la conexión no es el motivo de consulta más habitual de los pacientes, más bien, suelen hacer hincapié en adicciones a ciertas sustancias: alcohol, cocaína, psicofármacos, cannabis, etc. Como así también la adicción al juego clandestino, el deporte, el trabajo o la limpieza”. 

Pero si es importante ubicar que con la llegada del Covid, la pandemia, el aislamiento se exacerbó más aún el incremento y uso de la virtualidad. “Día a día, recibo consultas de pacientes con síntomas ligados por ejemplo al encierro: con ataques de pánico, miedo a salir, fobias y angustias”, expresó. 

La virtualidad acrecentó la cantidad de horas frente a las pantallas, celulares, redes sociales, juegos en red. “Muy pocas veces se reconocen las adicciones a la tecnología, ya que la mayoría cree estar utilizando adecuadamente y con muchas ventajas”, agregó. 

FACEBOOK Y OTRAS REDES EN ADOLESCENTES

Lerdez aseguró que los jóvenes configuran una «plaza pública». “Un lugar que propicia el encuentro con otros, siempre que haya ´pelotita verde´ indicando una conexión posible. También el modo de establecer conversaciones en simultáneo con varias personas”.

Seguido a esto, sostuvo que “se arma un verdadero zapping, en continuado, sin espera, inmediato. Pero esta inmediatez lleva la contra-cara de la espera, del ensayo virtual de eludir el encuentro en lo real. O demorarlo”. 

Fue Jacques Lacan quien nos transmitió en los años 50, a partir de sus trabajos sobre el estadio del espejo, afirmó que “la eficacia formadora de la imagen en la constitución del ´yo´ está sostenida por la relación erótica que se produce con la imagen del otro especular. La imagen produce una captura erótica. Pone en juego el componente libidinal. La imagen cautiva, capta, atrae, atrapa”. 

Es así que las imágenes televisivas, el celular, la computadora captan nuestra mirada y en algunos casos producen adicción.

Lerdez especificó que “como psicoanalistas, debemos ubicar en los pacientes, el caso por caso y los riesgos de creerse que la pantalla es todo. Habrá que interrogar en la singularidad de cada quien, qué es lo que lo lleva a escapar o a anestesiar la verdadera realidad” y añadió que la globalización promueve estas conductas “que tienen una fuerte tendencia autoerótica”.

“Nuestro trabajo implica ver qué es lo que necesitó sustituir con esa fijación a esa pantalla, cuál es la satisfacción que le proporciona singularmente a esa persona. La adherencia a una satisfacción puede ir contra sí mismo. Por más light que parezca una satisfacción, siempre hay un lado mortífero en juego, al cual hay que prestar atención y que nosotros llamamos ´pulsión de muerte´, enfatizó. 

Marina, dejó en claro que su deber como psicoanalista es “escuchar” el malestar de ese paciente y “analizarlo para saber qué función ocupa, qué lugar se le da a la pantalla para que sea una adicción”, ya que es algo que realmente “no se puede controlar”. “Nosotros trabajamos con el psicoanálisis, con el inconsciente de un sujeto, y el inconsciente se manifiesta justamente de manera incontrolable, es algo que acontece de una manera que no se puede frenar, no se le puede poner límites, no es de carácter voluntario, alguien no puede decir: ´bueno voy a tratar de no usar más la tecnología´porque es imposible”.

E insistió en que estar rodeado de objetos tecnológicos nos atrapa cada vez más. De todas formas, “hay que tener en cuenta el caso por caso, cada persona tiene una historia y una subjetividad diferente, algunos sujetos tienen predisposición a generar adicciones orales, algunas  adicciones a personas, a otros a conductas como esta, a internet y la virtualidad”. 

“Esta adicción tiene que generarle algo a la persona, alguna frustración, alguna insatisfacción, algo que lo lleve a preguntarse ´¿qué me está pasando? ¿Por qué paso tantas horas frente a una pantalla?´, algo quiere decir, y luego puede llevarselo a un analista, y empezar a investigar cuales son esas cuestiones inconscientes que me llevan a actuar de determinada manera y que a veces es incontrolable”, concluyó. 

Cabe mencionar que la adicción a las tecnologías hace referencia al uso inadecuado y desmesurado de internet, móviles, ordenadores, videojuegos… Se da cuando una persona utiliza cada vez más los dispositivos tecnológicos, perdiendo poco a poco el poder de gestionar el tiempo y modo de uso, así como creando un malestar (incluso ansiedad y estrés) en momentos en los que no pueden ser utilizados, generando dependencia hacia el uso de ese objeto.

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