(PR/Norma Migueles) Adriana Elvia Escobar nació en San Javier, una de las ciudades más antiguas de la provincia, emplazada a la orilla del rio San Javier a quien alguna vez le cantó Orlando Veracruz. Hija de una familia numerosa y padre policía optó por seguir esa carrera como hacen cada año tantos jóvenes del norte santafesino.
Terminado el secundario fue a Rosario a estudiar “muy joven busqué como una inmediata independencia la carrera de Técnico Superior en Seguridad Publica” recuerda. Hace más de 18 años se mudó al extremo sur de la provincia con su marido y un hijo en la panza que quería ser venadense. Le quedó el dulce acento de la gente del norte santafesino y una generosa sonrisa que siempre ilumina su cara.
Apenas llegada ingresó a la Comisaría 2da donde estuvo en mesa de entradas, cubrió la guardia, fue sumariante y poco a poco escaló en jerarquía y conocimiento. Hace dos asumió la dirección de la entonces creada Escuela de Policía de Murphy.
Curiosamente, no es esta profesión con la quiere terminar sus días, ni aspira a crecer en jerarquías, hoy con 42 años de edad cree que esto es todo lo que quiere y puede dar a la fuerza donde, además de las cuestiones burocráticas, fortalece el costado humano de un servicio duro, apoyando y conteniendo a los jóvenes aspirantes. Sin embargo, en su corazón anidaba desde niña un sueño que la coloca en las antípodas.
VESTIDITOS DE PAPEL
Cuando niña Adriana hacía vestiditos para muñecas de papel, en la medida que crecía, empezó a trabajar las telas, cosiendo para la familia.
“Desde que nací quería ser diseñadora, recuerdo que a mis 6 añitos jugaba con una amiga y creábamos nenas de papel, las recortábamos y le hacíamos ropita dibujada. A los 12 o 13 años decidí sacar la máquina de coser de mi madre y allí empecé a experimentar por pura vocación, a hacer ropa para mis hermanas y para mí, a veces con telas nuevas y otras reutilizando ropa que ya no se usaba en mi casa o de mi abuela. Todo hecho dándome maña porque nunca tuve formación en moldería ni costura” asegura.
LA PANDEMIA
Durante casi dos décadas se dedicó a su profesión de policía, crió a su dos hijos, pero algo faltaba en su vida y curiosamente fue la Pandemia la que le dio la oportunidad.
“En esos días había empezado a trabajar para mi cuerpo y alma, tomar clases de pole una disciplina que me encanta practicar, pilates, telas, lira y entre tantas cosas que vivía me di cuenta que no quería dejar pendiente mi sueño de niña y decidí volver a estudiar, fue allí que en enero de 2021 con apoyo e insistencia de un grupo de amigas decidí inscribirme en el Instituto Roberto Piazza para emprender esta aventura. Recorrí dos años de intenso trabajo y aprendizaje, no fue fácil, pero llegué a la meta y con las mejores notas” señaló con satisfacción.
El día que se recibió desfiló para su mentor con espectacular vestido de su creación.
ADRIANA ELVIA
“Es el logo que elegí para mi marca: mi nombre completo sin apellido, hay mucho significado en él, primero porque Elvia es el nombre de mi madre y segundo porque lo padecí en mi infancia y adolescencia, ya que sufría a diario burlas de mis compañeros por ser un nombre poco común”, rememoró.
“Mi marca está inspirada en gustos personales. En la carrera de Diseño de descubrí cuanto me gustan los vestidos y que bellas se ven las mujeres que visten uno en eventos de gala o coctel. Por esto es que decidí seguir cumpliendo sueños y ayudar a otras mujeres que aún no se animan. Mi objetivo es transmitir en cada diseño la personalidad de la clienta, destacar su belleza y lograr que esa mujer lleve mi trabajo con mucha seguridad y satisfacción” subrayó.
Adriana armó su taller y ya trabaja de diseñadora. “Cosí desde manteles hasta mallas y mi último trabajo es un vestido de novia” destaca con orgullo.
