(Rocío Guzmán) Con un golazo de Lio Messi y dos de Julián Álvarez, Argentina se impuso 3 a 0 a Croacia en el Lusail Stadium por las semifinales del Mundial de Qatar 2022. La Selección se enfrentará este domingo desde las 12 al ganador de la semifinal.
Cómo explicar la alegría que tenemos en el corazón. Que esta selección supo revivir, acelerar y alegrar. Siempre dijimos «Hay equipo» pero nunca sabíamos por qué la Argentina no conseguía alcanzar la copa. Parecía un sueño casi inalcanzable, que cada cuatro años, volvíamos a tener.
Lo cierto es que hay un pecho inflado por la victoria y la esperanza de tener la copa del mundo entre las manos.
Si bien, durante los primeros minutos Croacia se mostró firme… se adueñó de la pelota, Argentina le demostró de qué está hecho… de dónde viene y cómo se juega al fútbol!
Y no le alcanzó ni el entretiempo para mostrar algo diferente. Conoció a los más grandes que tiene el mundo y que son de esta tierra santa. 
Supongo que existía un destello de miedo ante una selección que quitó del camino a países como Brasil, pero me atrevo a decir que nadie esperaba que fuera con una diferencia tan grande.
Argentina, albiceleste de mi corazón, sellaste la definición y sea quien sea que llegue a la final que se disputará el domingo, ya te ganaste un lugar de respeto en el mundo.
¡Es hora de festejar y hacerlo a lo grande, después vendrán las reflexiones!
Festejemos que ganamos, que Messi superó a Batistuta como el argentino con más goles en Copas del Mundo. Y también para Julián Álvarez, que viene deslumbrando en este Mundial. Festejemos que la Scaloneta nos está haciendo realidad el deseo.
Los venadenses celebraron y lo hicieron a lo grande. Con una plaza repleta, gente por todos lados parecía sincronizarse saltando y cantando «¡Argentina, Argentina, Argentina!.» E incluso, cuando parecía que la emoción se acababa, se escuchaba a viva voz: «El que no salta es un inglés.» Y toda la alegría se renovaba. Descontrolados se escuchaban bombas, las banderas argentinas flameaban, chicos y grandes, con las caritas pintadas, saltaban alocados.
Hasta hubo quienes se subieron a los lugares más altos y con la voz quebrada, desgastada de haber gritado esos tres goles, no dejaban de alentar.
¡Gracias Lio, gracias Julian, gracias Dios! Honestamente habría que nombrar a todos y a cada uno de los que en una noche qatarí, en una tarde argentina, mostraron de qué estamos hechos cuando tenemos fuego en el corazón.
