En medio de la Pampa húmeda, en la provincia de Santa Fe, hay un pueblo de 15.000 habitantes que puso el compromiso de la transición energética en manos de los ciudadanos y se convirtió en un modelo a seguir.
El lugar se llama Armstrong y es ahí donde una cooperativa inauguró la primera planta de energía fotovoltaica de la provincia. ¿Los resultados? Los vecinos se abastecen con la luz del sol, ahorran dinero y cuidan el ambiente.
Contra la creencia de que solo las grandes empresas pueden impulsar proyectos de energía renovable, la cooperativa de Armstrong demuestra lo contrario: “Más allá de las corporaciones, los usuarios también pueden apropiarse de los nuevos modos de producir energía y hay entusiasmo. Todo lo que se genera en Armstrong a partir de la planta solar es energía que dejamos de comprar al sistema, y ese ahorro queda en la ciudad para reinvertirlo”, explicó Pablo Bertinat, director de la cooperativa.
Jazmín Rocco Predassi, coordinadora del área de Política Climática de FARN -que publicó un documental sobre este caso- expresó en diálogo con TN: “El caso de Armstrong es un ejemplo de transición energética porque incorpora energías renovables a una matriz argentina altamente dependiente de los combustibles fósiles. Además, debemos destacar que hubo una participación de la comunidad en instancias tempranas del proyecto y eso permitió alcanzar un modelo de gestión solidario”.
La historia de los paneles solares de Armstrong
En 1997 la necesidad de ordenar el pueblo y aumentar la eficiencia en la prestación de los servicios energéticos derivó en la creación del Área Industrial Armstrong, en un predio de 70 hectáreas.
“La gestión de la energía siempre fue una preocupación de la cooperativa y en 2015 presentamos un proyecto de medición de redes inteligentes a partir del uso de energías renovables que tuvo como objetivo instalar una pequeña planta fotovoltaica de 200 kW en el área industrial”, cuenta Gustavo Airasca, ingeniero eléctrico y jefe de la Oficina Técnica de la cooperativa.
Dos años después, en 2017, cobró forma la primera planta solar de la provincia de Santa Fe y el emprendimiento afianzó su rumbo: se ofreció la instalación doméstica de 50 paneles en techos de los vecinos de Armstrong, que podían postular su casa y ser parte del proyecto.
“La cooperativa empezó a hacer reuniones con los socios y ofrecí mi casa para colocar los primeros paneles, hoy disfruto los beneficios”, contó Adrián Marozzi, vecino de la localidad.
El proyecto tuvo desde el principio una altísima participación ciudadana que se manifestó en las jornadas de charlas y talleres que buscaban involucrar a los usuarios en la toma de decisiones.
Ricardo Airasca, gerente de la cooperativa sostiene que “la gente se entusiasmó, se adueñó del proyecto y eso permitió que todo lo que generamos se reinvierta en más generación y en nuevos desafíos como lo es la ampliación de la planta de 200 a 275 kW”.
Un modelo a seguir
Por el compromiso de los inventores y el genuino acompañamiento de los habitantes del pueblo, el formato dio sus frutos. “La conjunción de muchos pequeños generadores cerca del núcleo de consumo -sumada a una optimización de las instalaciones existentes y una disminución de las pérdidas de energía en la línea eléctrica-, proporciona un ingreso de dinero adicional a las familias”, explicó Gustavo Airasca.
En concreto, todos los meses la localidad de Armstrong destina aún más de 30 millones de pesos para comprar la energía en el mercado mayorista. Cuando todos los vecinos generen su propia energía, esa suma circularía mes a mes en una economía de 15.000 habitantes provocando un importante crecimiento económico adicional.
“Estas iniciativas no solo son posibles sino también necesarias para las comunidades. Hay que divulgar que esto es posible, que ya está sucediendo. Por otro lado, se requiere la unión de los distintos actores (vecinos, cooperativas, gobiernos municipales, institutos de ciencia y técnica, entre otros) para que el proyecto sea fuertemente soberano y democrático”, resalta Jazmín Rocco Predassi.
“El tema energético va a ser cada vez más conflictivo a nivel internacional con recursos cada vez más caros y más difíciles de conseguir, con lo cual aquellas comunidades que puedan autoabastecerse localmente serán más fuertes a futuro”, cerró Pablo Bertinat.
Fuente: TN