Una reconfiguración en la cúpula de la Unión Cívica Radical (UCR) a nivel nacional impulsa a Leonel Chiarella a asumir la presidencia del Comité Nacional. Con tan solo 36 años, el intendente se prepara para ocupar uno de los roles institucionales más determinantes del partido.
La definición surgió de un acuerdo político entre los gobernadores que componen el bloque Provincias Unidas y el sector Evolución. El pacto fue promovido por figuras clave como Gustavo Valdés (Corrientes), Carlos Sadir (Jujuy) y, fundamentalmente, Maximiliano Pullaro.
Este bloque motorizador del cambio ya cuenta con el control de cerca del 75% del Comité Nacional, lo que virtualmente asegura la asunción de Chiarella. A pesar de la contundencia de los números, las negociaciones continúan abiertas para incorporar nuevos apoyos.
La estrategia de los gobernadores
En el proceso interno, se había considerado al gobernador Valdés como un candidato natural con un alto nivel de consenso. Sin embargo, el correntino finalmente desistió de la postulación, una decisión interpretada en la interna como una forma de evitar quedar expuesto o atrapado en las habituales tensiones entre los distintos sectores del radicalismo.
Desde la dirigencia partidaria, el objetivo político de esta jugada se destaca por encima de los nombres: fijar un posicionamiento unificado y claro frente al Gobierno nacional.
En este sentido, se resalta tanto la juventud del dirigente venadense como el fuerte respaldo obtenido en su última elección municipal, donde cosechó más del 80% de los votos.
El margen de poder interno
Aunque el sector referenciado en el gobernador Alfredo Cornejo (Mendoza) no presentará objeciones formales a la designación de Chiarella, en esa provincia se desliza que el próximo titular del radicalismo podría asumir con un margen acotado de poder interno.
No obstante, la figura de Chiarella —que tiene un claro referenciamiento político en Pullaro— se perfila como el dirigente que conducirá a la UCR en una etapa crucial, marcada por la necesidad imperiosa de fortalecer su identidad partidaria y consolidar su rol opositor.
