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Cobrando sin vender, otra paradoja Argentina

La hiperinflación de 1989, dejo cicatrices que al día de hoy siguen siendo recordadas con alguna especie de raro entusiasmo, que al relatarla, nos transforma en espectadores/ protagonistas de un momento bisagra en nuestra historia.

Al recordar esto, no puedo evitar pensar ¿Cómo contaremos esta historia dentro de 30 años?

La pandemia, trajo algunos problemas, que en principio parecían ser simplemente de movilidad o producción. Pero estamos en Noviembre, con una cuarentena prácticamente sin restricciones, un peso devaluado e inestable, y las estanterías con un stock que si lo tocamos, sabemos que no vamos a poder reponerlo. Pero no por falta de dinero, sino por falta de mercadería.

Podríamos detenernos a estudiar las causas que llevaron en conjunto o en forma individual  a esta situación a tal límite, pero dejemos esa parte para economistas especializados. Nosotros nos focalizaremos en esa necesidad de cobrar eficientemente lo más rápido posible, para planificar que hacer con esos pesos que recibiremos, que se encuentran hoy en el mercado, y que nos van a quemar las manos al recibirlos.

La coyuntura que generó esta realidad, nos obligo a cortar cuentas corrientes, rever plazos de financiación, y por sobre todas las cosas, vender y cobrar de una forma prolija y administrada.

Las dos cuestiones que estamos obligados a analizar y resolver de forma inmediata, es como colocar los pesos que recibimos al vender, y como cobrar de forma ágil el dinero de las cuentas corrientes ante la incertidumbre de una devaluación.

Es aquí, en donde nace una postura que deberíamos evaluar de forma minuciosa. El mercado nuevamente nos acorrala, y nos deja en una situación de incertidumbre. Que si bien, nos obliga a actuar, debe permitirnos tener la lucidez suficiente para entender e interpretar al mecanismo de cobro, como una dinámica que debe ajustarse al máximo, sin perder la idea de consolidar nuestra relación con el cliente.

Muchos empresarios aseguran, que actuar correctamente en las crisis económicas, puede ser un pasaporte al éxito para cuando todo comience a normalizarse. Dentro de esta creencia, se encuentra la necesidad imperiosa de entender al cliente como un aliado del negocio, ajustando nuestro modo de trabajo, a la realidad y no solo a la rentabilidad.

Los plazos deben achicarse, las rentabilidades se ajustarán, el dólar que tomamos deberá retocarse constantemente, pero siempre debemos mantener como factor principal, nuestra relación con los principales clientes cuentacorrentistas. De ellos dependeremos cuando todo comience a reactivarse.

En esta crisis política y económica sin precedentes, podemos simbolizarnos como pequeños barcos en un gran mar revuelto, que si bien, debemos luchar para mantenernos en la superficie y lejos de los acantilados, nunca debemos olvidarnos que nuestro principal motivo para mantenernos a flote, es asegurarnos que los pasajeros que llevamos a bordo, siempre vuelvan a elegirnos.

 

Por: Abg. Franco Martínez Cea
Fuente: www.martinezcea.com.ar
www.gicob.com.ar

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