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Construir juntos su paraíso en la Ciudad: dos venadenses cuentan cómo construyeron su propio hogar

(PR) Una joven pareja venadense se animó a construir su propia cabaña. De una manera ecológica y poco convencional levantaron la vivienda en las afueras de la ciudad.


Luisina y Maximiliano son compañeros de vida desde hace ya varios años y durante el 2019 decidieron dar un paso más en sus vidas, comenzar a construir el lugar donde planean vivir durante muchos años. Él profe de música, ella una emprendedora nata que vive haciendo piruetas. Ambos con una magia especial, un sexto sentido, un amor por la vida y la naturaleza, algo que sin dudas pudieron plasmar en su hogar único en Venado Tuerto.

Ya con la idea de querer empezar a construir. comenzaron a buscar equipos de construcción y fue entonces cuando encontraron una opción alternativa: una empresa que te vendía los materiales necesarios para la autoconstrucción de la vivienda. Nada fue al azar, todo estuvo pensado en este proyecto, la selección del terreno cuentan que también llevó mucho tiempo y dedicación “recorrimos mucho, todos los barrios de Venado y cuando vi este terreno (en el barrio Los Robles) supe que era el lugar ideal.” Los materiales, troncos, arcilla y grandes ventanales para disfrutar de la luz natural.

Maximiliano cuenta que las experiencias familiares lo llevaron también desde chico a definir que tipo de vida quería llevar y donde quería disfrutar sus días, lugares agrestes rodeados de naturaleza. Un deseo que compartió desde el primer momento con Luisina.

 


“Recuerdo el día en el que con Lu nos sentamos a dibujar nuestra casa, que queríamos que tenga y cómo serían los espacios. El diseño salió desde el corazón” El proceso de construcción es un tema aparte, si bien ellos cuentan que en días consecutivos de construcción fueron 180 días, decidieron disfrutar del proceso y no sobreexigirlo por lo que en total les llevó un año. “Mucha gente nos ayudó y apoyo en este desafío. Unos estaban colaborando de lleno en la construcción, pero otros nos traían comida rica o nos venía a cebar un mate. Cada uno tenían un rol. Mucha gente preguntaba y daba aliento y desde ese lugar podíamos inspirar a otros.” cuenta Luisina con emoción.


“Siento mucha admiración por Maxi en particular porque fue un proyecto que llevó mucha energía física y emocional. Creo que uno atraviesa muchas etapas cuando está construyendo, fue un proceso que iniciamos juntos y verlo levantarse todos los días para hacer nuestra casa. Haga frio, calor con o sin hambre y ahora verla es algo mágico.”
Hoy faltan los toques finales, pero ya tienen el placer de disfrutar de “su lugar en el mundo” y compartirlo con amigos, familia y todo aquel que quiera conocer más acerca de esto.

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