Venado Tuerto- El periodo de campaña electoral inevitablemente reanima el clima político: los candidatos se prestan a la discusión y pasean por los medios de comunicación y escenarios dando a conocer sus propuestas, a veces haciendo mayor hincapié en proyectos y enunciados concretos, otras vendiéndose como ofertas digeribles para un electorado que se concibe como masa de consumidores. De una u otra forma, la intensidad política de estos días genera un movimiento inédito para otras épocas: publicistas, imprentas, periodistas, militantes y diseñadores aceleran su trabajo en busca de las fórmulas prodigiosas que le cajeen los votos. Un juego de seducción que cada vez se parece más a la publicidad comercial, pero que reaviva el candelero y pone en discusión los temas comunes durante unos meses. Todos hacen sus campañas proselitistas. Pero en estas elecciones hubo una en Venado Tuerto que superó en mucho a las demás ¿Cuánto están dispuestos a invertir, determinados dirigentes, en la cuestión electoral? ¿De dónde sale tamaña cantidad de dinero?
En nombre de la seguridad violan la ley
La Dirección de Inspección General e Industria y Comercio, dependiente de la Municipalidad de Venado Tuerto, dio a conocer la normativa que se aplica para la regulación del accionar propagandístico y a la que deben someterse los partidos políticos. La norma establece que los altavoces o similares que circulen por la vía pública están limitados para fuera del radio comprendido por las calles Castelli, Rivadavia, Moreno y 25 de mayo, y solo pueden funcionar de 9 a 12 y de 15 a 20 horas, hasta el 30 de septiembre, y de 9 a 12 y de 16 a 21, durante el periodo entre el 1 de octubre y el 31 de marzo del año que viene. Tampoco sus emisiones pueden exceder los 65 decibeles, de acuerdo a lo prescrito en la ordenanza 2586/98.
En otro punto, la normativa municipal define, a través de la ordenanza 1682/87, la prohibición de la inscripción de leyendas políticas en paredes, tapiales y muros sin previa autorización escrita de los propietarios frentitas. De la misma forma, no se permiten las pintadas y pegatinas en monumentos, edificios públicos, señales de tránsito y la cartelería publicitaria ya instalada. Entre las restricciones también se incorpora una vieja maña de la competencia política en las calles: no pueden ser tapadas o borradas las pintadas o pegatinas que estuvieran en lugares permitidos.
Un cuidadoso delineamiento para la acción publicitaria para la campaña electoral que establece los límites y condiciones de su desarrollo. De todas formas, esas pautas no siempre son cumplidas con abnegación democrática y esas diferencias no dejan a todos conformes.
Una campaña que sale de la media
Juan Martin Franetovich, de Nuevo Horizonte-Pro, describe una estrategia sostenida en la austeridad y el cálculo: “nuestra metodología es tratar de gastar lo menos posible. Todo lo que podamos hacer nosotros, lo hacemos junto con el grupo. Solo tercerizamos si hay que colgar algo arriba de los techos. Tenemos cinco gigantografías distribuidas por la ciudad en lugares estratégicos de gente que colabora con nosotros y nos brinda su fachada. Y además, tenemos diez pasacalles”.
La impresión de las lonas, según comenta a PUEBLO Regional, sale 70 pesos el metro cuadrado. Cada pasacalle, por su parte, ronda los 200 pesos, y las gigantografías, entre 75 y 100 pesos. Un breve panorama de precios que permite una deducción rápida de montos invertidos a partir de la presencia advertida en las calles. “Para nosotros un cartel de siete por tres metros (frente a la terminal) que es el más grande de los nuestros, sale 3.600 pesos sin contar la estructura que la hicimos nosotros. No somos de la idea de invadir tanto la ciudad, de contaminarla visualmente. Aparte de que no tenemos tantos recursos. El FPCyS, en su versión radical, es la que más presencia tiene. Cada partido tiene su criterio y su estrategia”, dice Franetovich.
El concejal y referente del socialismo, Fabián Vernetti, reivindica la legislación que regula el acceso a los medios e impide mayores diferencias de las que existen. “Hay campañas donde debe haber asesores y dinero para pagar asesores y que te laven la cabeza. No hay que subestimar el poder del dinero. Para mí, como militante, sería decepcionante que el dinero lo pueda todo sino la democracia sería para millonarios únicamente”, describe. En relación a las acciones específicas de la campaña, Vernetti plantea que “todos tenemos asimilado que un pasacalle no se puede colgar cruzando la calle. Ni atar carteles a los árboles, para protegerlos. Se sobreentendía que eso también incluía a los postes de luz, pero se ve que hay otros que interpretan que sí se puede”.
Un candidato como una lata de tomates
El entusiasmo por la publicidad llevó a que las campañas políticas sean el momento en el que se expresa más claramente la transformación de la política en marketing: los candidatos se venden como cualquier otro producto. “Como militante político me decepciona que la política se convierta en eso. En la política te tienen que sensibilizar los argumentos. Es evidentemente que Enrico está siguiendo una estrategia en la que no estoy de acuerdo. Pero no quiero polemizar, lo vamos a discutir después de las elecciones. Yo creo que en la provincia hay mucho para defender. Gobernando Santa Fe le mejoras la vida a más de 3 millones de personas y, en Venado, a 80 mil. No podemos perder el gobierno provincial”, se delimita Vernetti.
Carlos Aldasoro, del Pro, uno de los partidos que desde su origen más atención puso a los aspectos publicitarios, plantea su forma: “los carteles se cobran por mes. Deben salir alrededor de 3 mil pesos por mes. Mi campaña me la banque yo solo salvo unos folletos que mandaron de la provincia. A nosotros no nos gustan las gigantografías ni los afiches pegados porque ensucian la ciudad y a la gente le molesta muchísimo. Tampoco nos gusta estar en la plaza, los domingos, repartiendo folletos. Eso también le molesta a la gente. Lo que hacemos es ir a la plaza y damos clases de salsa y bachata”.
A diferencia de otros candidatos, el postulante del Pro acentúa las posibilidades de conocimiento que brindan las redes sociales, distanciándose de las prácticas habituales: “yo le doy muchísimo inca pie al tema Facebook. Gastamos mucha plata en pintar los tapiales y, esta mañana, aparecieron rayados. ¿Qué clase de política estamos haciendo? Es tremendo el tema de los medios. Hay medios que son imposibles de llegar porque te piden cifras exorbitantes. Por aviso, me pedían 3.500 pesos por un día, es un abuso”. También se separa de los otros aspirantes: “en la campaña anterior la municipalidad sacó los columneros (cada cartel, superando la impresión de 10 mil unidades, cuesta entre 50 y 70 pesos) así que espero que ahora hagan lo mismo y saquen los columneros de Enrico y compañía”.
Pedro Barbich, del Frente Justicialista para la Victoria, describe: “nosotros decidimos hacer una campaña estando cerca de la gente, caminando los barrios en vez de gastar en publicidad. Ese dinero preferimos volcarlo en alguna institución que le haga falta”. La direccionalidad que se le dan a los fondos es un motivo que señala como contraste: “el presupuesto se hace en base a lo que los funcionarios dejan por cada sueldo. Hay un porcentaje del sueldo que queda para el partido. Hay una fuerte diferencia entre el partido radical y el resto. Nosotros, por decisión de Freyre y Mascioli, no destinamos tanto dinero a la campaña sino para otra cosa”, comenta.
De esa forma, quedan desplegadas las distintas estrategias que los partidos y candidatos utilizan para consolidar su nombre en la población y encarar el proceso eleccionario que comienza a intensificarse. Modalidades y formatos para todos los gustos y prioridades, una circulación de dinero que no siempre tiene en cuenta el detalle de proyectos concretos y propuestas definidas, sino que llega a convertirse en una mera competencia de imágenes. Una oportunidad para ampliar el debate público y poner de cara a la población ideas y definiciones específicas que no siempre se aprovecha. La decisión final, afortunadamente, queda en las urnas.
Desafío
Proponemos a los lectores que recorran las calles de Venado Tuerto. Y como si se tratara de un juego comiencen a sumar, relevando en cada arteria, el dinero que han invertido determinados dirigentes en las candidaturas de su sector. Cada cartel grande (de los de chapa y acrílico) tiene un costo de $25.000. O de entre $3000 y $5000 por mes. Cada pasacalle tiene un costo de $200. Cada cartel de los que se puede observar colgado de las columnas (denominados “columneros”) tiene un valor de entre $50 y $70. Y están colgados violando la ley y las disposiciones de la Cooperativa Eléctrica de Venado Tuerto. Y el dinero invertido en medios de comunicación también es elevadísimo ¿Qué intereses están en juego cuando la inversión en una campaña electoral triplica o cuatriplica las dimensiones de las demás? ¿De dónde surge tamaña cantidad de recursos?
Si conseguis pasacalles por 200 pesos avisame , los pasacalles que tienen impresiones a color no bajan de 750 pesos por unidad los comunes con un letrista pintados a mano 250 pesos