El uso de las tecnologías de comunicación se propagó por toda la vida social, abarcando hasta la más mínima práctica y la totalidad de las personas, los pibes y los adultos. La mediatización virtual y el lugar que ocupa el celular en la vida cotidiana tiene aspectos funcionales que trascienden la simple transferencia de mensajes y datos, y se vuelven productores de información y articuladores de relaciones.
La vida de los pueblos de la región también se vio alterada con la expansión del uso de estas tecnologías. Con dimensiones menores a las grandes ciudades y un ritmo de vida e intercambio diferente, los vínculos de los pueblos adquieren ribetes particulares y ciertas prácticas y costumbres se van perdiendo o tergiversando hasta mutar en algo completamente distinto.
Iván Magallanes, vecino de Murphy, es uno de los que intenta resistir a esa ola de tecnologización de las relaciones cotidianas. Desde su trabajo como bromatólogo y docente de ciencias naturales, promueve el derecho a la desconexión digital, una normativa establecida en Francia que protege el derecho de los trabajadores de desobligarse a contentar el teléfono o estar pendiente del correo electrónico por fuera del horario de trabajo.
“A mí me llamó la atención una nota que leí sobre el derecho a la desconexión digital, que ya se normalizó en Francia. No hablamos de algo que inventé yo. A partir del primero de enero toda empresa debe negociar condiciones para sus empleados para que no se vean obligados a responder el teléfono o un mail fuera del horario de trabajo. Todo se puede esperar, estamos en una vorágine de todo ya, y no disfrutamos de lo más cotidiano”, cuenta Magallanes.
La avanzada empresarial que tiende a la sanción de medidas de flexibilización laboral se apoya en una idea de mayor autonomía, elasticidad y menor rigidez en las formas de empleo. Sin embargo, encubre una propuesta que tiende a erosionar derechos fundamentales de los trabajadores y reducir las cargas de seguridad y garantías brindadas por los empleadores. El trabajo flexible supone, además, la ruptura de los límites horarios y la confusión entre el tiempo de trabajo y el tiempo libre, generando marcos de dependencia full time al trabajo, impulsados por el fervor productivista y el afán del aumento de rendimiento.
En ese contexto, la presencia corporal, los vínculos físicos, son los más desgastados. Magallanes plantea su alternativa: “no estoy en contra de la tecnología, porque hay cosas que se solucionaron, pero todo a su debido tiempo y en su medida. Es un estilo de vida, no sé cómo es otra vida, siempre me manejé así. Cuando hay que trabajar, me creo capaz. Es cumplir con mi tarea y después aprovechar mi tiempo”.