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Unión y Cultura: el club se muda al pueblo, al corazón de Murphy

Por Mariano Piersimone

Con texto de Mariano Piersimone, Pueblo Regional sigue recorriendo la rica historia del Centro Recreativo Unión y Cultura de Murphy, la institución deportiva de Murphy que está próxima a cumplir su primer siglo de vida.

En el segundo decanato, la decisión de trasladar las actividades del club al pueblo de Presidente Uriburu comenzó a materializarse. En 1936, se adquirió un terreno de 806,25 m² en Av. Sarmiento 167. La primera construcción en este terreno incluyó una cancha de pelota paleta, dos canchas de bochas y un pequeño local que funcionaba como sede social, bar y, ocasionalmente, como salón de clases. Sin embargo, la falta de espacio para una cancha de fútbol llevó a reconsiderar los planes iniciales.

“Lo primero que se construyó fue una cancha de pelota paleta, dos canchas de bochas y un pequeño local pegado a la misma que hacía las veces de sede social, bar y hasta incluso salones de clases cuando faltaba algún lugar. Es que en esos terrenos no entraba una sede, un salón y una cancha de fútbol como se pensaba en un primer momento”, señalaron Héctor Righero y Marisa Terroba.

Un dato no menor es que el 4 de octubre de 1937 se obtuvo, por resolución del Gobierno, la Personería Jurídica (Expediente N°6997, letra S-Libro 35).

En paralelo, el club mantenía dos instalaciones: una en el campo y otra en el pueblo. Esto impulsó la venta del salón en la Colonia Los Leones, cuya aprobación se concretó en 1938. Fue vendido a Santos Canello.

“Lo compró mi papá, yo nací ahí, el edificio aún está, te dirigís por la ruta que a va a La Chispa, bajas en el basural, llegas a la escuelita, enfrente estaba el boliche, en la equina que muchos conocen como de Baro, era tipo un almacén y los domingos se juntaba un montón de gente a jugar a las bochas y al fútbol, también había un salón que hacían baile”, recordó “Finito” Canello.

Los fondos de esta venta fueron destinados a la ampliación del terreno en el pueblo y a nuevos proyectos de infraestructura. Ese mismo año, se adquirió un terreno contiguo y se comenzó a construir un salón de eventos y cine.

Los planos del salón fueron realizados por arquitectos de Rosario y la obra fue encomendada a Juan B. Cardo. El edificio, de 15 x 39 metros, incluyó un escenario, buffet, cabina de proyección, terraza y veredas con mosaicos. Además, se adquirieron un equipo sonoro y un proyector de cine, financiados con rifas y aportes de socios y vecinos. Se instalaron 244 butacas, transformando el salón en un centro cinematográfico regional. La primera película proyectada fue El Loco Serenata, y las funciones se realizaban miércoles, sábados y domingos.

La inauguración del salón se celebró el 16 de julio de 1939 con actividades durante todo el día: carreras de bicicletas, un banquete, partidos de fútbol, la apertura de una pista de baile y eventos nocturnos con juegos y música en vivo. La Orquesta de José Sala animó la jornada y se entregaron 400 medallas conmemorativas.

El salón se destacó como un espacio moderno y elegante para la época. Con detalles como puertas amplias, iluminación especial en la pista de baile, un escenario con telones de pana roja y excelente acústica, convirtiéndose en un referente cultural y social.

“Cuando conocí el salón de fiestas del club, me quedé admirada de lo hermoso que era para aquellos años. Nosotros, y más quienes veníamos del campo, estábamos acostumbrados a celebrar en galpones o tinglados si éramos muchos, pero después de conocer otros salones de eventos, puedo asegurarles que el de Unión y Cultura era un señor salón”, afirmó María Luisa Guillaumet.

“Tenía puertas de dos hojas bien anchas, cada una con un visor redondo, ubicadas en lo que hoy sería la parte posterior de la barra de la conserjería. Su pista tenía luces desde abajo, en ese escalón que aún hoy genera curiosidad, y todo estaba rodeado por una especie de palco que permitía disfrutar mejor de los espectáculos”, detalló.

“El escenario era muy lindo, con telones de pana color rojo y amplios que se abrían y cerraban como el de los mejores lugares de las grandes ciudades. Siempre escuché elogios por parte de los artistas que se presentaban por la excelente acústica del lugar”, destacó.

“Aunque recuerdo esos primeros tiempos con mucha admiración, el salón sigue siendo un símbolo, único y especial”, valoró María Luisa Guillaumet.

Por otro lado, desde lo deportivo, un grupo de socios solicitó la construcción de una cancha de fútbol. La Comisión Directiva aprobó la propuesta y formó la primera Subcomisión de Fútbol integrada por José Revello, José L. Demarchis, Francisco Cognetti y Ángel Carrica.

Inicialmente, se utilizó un terreno donado temporalmente por la Condesa Chateaubriand en la manzana 21 (actualmente, es donde se ubica la oficina del Correo Argentino), hasta encontrar un lugar definitivo.

En pocos años, el club logró consolidarse con instalaciones propias, actividades deportivas como pelota paleta y fútbol, y un salón emblemático que atrajo tanto a vecinos como a visitantes de localidades cercanas. Este desarrollo marcó un crecimiento significativo en la historia del club, que empezaba a destacarse a nivel regional y nacional.

En la tercera entrega, toma más fuerza la figura de “un tal Ángel Carrica”, se define la camiseta, el club se afilia a la Liga Venadense de Fútbol y logra su primer campeonato oficial en 1961.

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