sábado 13 diciembre 2025
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El hundimiento del ARA General Belgrano, la historia de primera mano

(PR/NM) El integrante del Centro de Veteranos de Guerra de Venado Tuerto Miguel Vega, ofreció en emotivo relato de la cruda experiencia de ver como se hundía el ARA General Belgrano, como el oleaje se llevaba a sus camaradas y los intentos infructuosos por salvarlos, incluso poniendo en peligro sus propias vidas.

Vega relató que formaba parte del destructor ARA Piedrabuena que, con el ARA Bouchard custodiaban al Belgrano, cuando a las 16 recibió el primer impacto, primero en la sala de máquinas y tras alejarse de la zona del conflicto, fue nuevamente impactado en la proa, provocando su hundimiento.

 

“En el sur los días son muy cortos, empiezan a las 9 y terminan a las 17. El comandante dio la orden de abandono porque iba escorando, las balsas empezaban a arrojarse con los soldados, pero a las 17 tuvimos la noticia de que el buque desapareció, no lo pudimos ver porque ya era de noche, no teníamos ninguna comunicación y tampoco podíamos ver las balsas”, describió.

“Buscamos durante la noche en las cercanías, pero no podíamos ver nada, con gran incertidumbre por la oscuridad. Recién el 3 de mayo, en horas de la mañana, un avión avistó un grupo de balsas y fuimos en su rescate, la primera traía heridos, manchados con combustible, quebrados, entumidos de frío, gritando de dolor. Sus primeras palabras fueron ‘gracias hermano’. De a poco vimos como aparecían las balsas con soldados en un estado deplorable, helados, mojados y con poca ropa, nosotros pusimos una red y los subimos como pudimos”, describió Vega.

Pero además del frío, los soldados del ARA Piedrabuena debían sortear el oleaje helado, que ocasionaba que cuando las balsas se acercaban golpeaban contra el barco y volvían al mar dadas vuelta arrojando los hombres al agua.

“Fueron 24 horas muy duras, de rescate y asistir a compañeros, con el agravante de que en nuestro barco se nos terminó la comida, el agua, los medicamentos y una asistencia médica primaria, ya que no teníamos los elementos para armar un hospital. Levantamos cerca de 300 soldados, pero no pudimos rescatar más porque corríamos peligro de hundirnos con ellos y buscamos el puerto más cercano, que era Ushuaia, siempre con el riesgo de que el submarino Conqueror nos hundiera también a nosotros”, indicó.

Para cerrar aseguró que “ese rescate lo hicimos con todo el amor y con toda la fuerza que teníamos, a pesar de que hacía días que no dormíamos, pero queríamos salvar a nuestros compañeros y llevarlos a tierra para que los atendieran. Por eso los 323 que quedaron en el fondo del océano, quedaron de custodia del ARA y los invito para que cada año los recordemos porque la gesta de Malvinas fue en las islas y en el océano”.

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