(PR/NM) Nelson Ugolini está preso desde el miércoles 24 de julio pasado. En 2020 pasaba mensajes de la Fiscalía de Rosario a delincuentes. Por ese motivo, cayó el por entonces fiscal regional y se descubrió una trama de corrupción política con el juego ilegal. Ingresó al Poder Judicial en Venado Tuerto, donde prestaba servicios en la Cámara Penal, hasta que fue dado de baja por una denuncia que lo vinculaba a irregularidades en una causa por desarmaderos ilegales de autos. También se lo había sospechado de tráfico de influencias, «maña» que repitió a lo largo de su posterior carrera judicial.
El sujeto fue aprehendido con otras cuatro personas el último miércoles tras el escrache realizado en Pellegrini al 3100, de Rosario, por víctimas de maniobras engañosas llevadas a cabo por empleados del local de compra-venta de autos y motos.
Ugolini podría ir a audiencia imputativa en 96 horas sospechado de ser parte de una trama que estafaba a compradores de vehículos, a quienes les tomaban anticipos y automóviles como parte de pago. Varios damnificados, según las fuentes, apuntan contra él en las denuncias, sobre todo por amenazas.
El sospechoso, quien desde hace varios años está domiciliado en Rosario, fue detenido este miércoles entre un grupo de personas investigadas por estafar a clientes de una agencia cooperativa de automotores en el macrocentro de Rosario. Es un personaje de cualidades singulares, con inclinaciones esotéricas y problemas previos con la ley, que quedó en el centro de una constelación entre políticos y fiscales señalados por amparar al ya condenado capitalista de juego Leonardo Peiti a cambio de coimas. Tiene un pedido de cinco años de prisión, acusado de incumplimiento de los deberes de funcionario público y transmisión de datos reservados y cohecho.
Ya en 2015 Ugolini había sido separado por la Corte Suprema de Santa Fe de un cargo de la Cámara Penal de Venado Tuerto por una causa vinculada a desarmaderos ilegales de autos, según denunció en su momento el diputado provincial socialista Joaquín Blanco. Misteriosamente, en 2015 apareció en la Fiscalía Regional Rosario siendo parte y mano derecha del por entonces fiscal Ponce Asahad.
Un nombre repetido
El actor central de una trama de corrupción institucional en Santa Fe, que estremeció a Rosario en 2020 y aún pendiente de juicio, cayó en la madeja de un delito de estafas. Se llama Nelson «Coqui» Ugolini, y por un mensaje salido de un teléfono que utilizaba entonces se supo que dentro de la Fiscalía Regional de Rosario había un grupo de funcionarios jerárquicos que -a cambio de sobornos- daban protección a un capitalista de juego clandestino, quien, a la vez, desviaba sus ganancias a la política.
Los que tenían un acuerdo económico con el capitalista del juego clandestino Leonardo Peiti eran el fiscal Gustavo Ponce Asahad, ya condenado, y el fiscal regional de Rosario, Patricio Serjal, quien en agosto de 2020 renunció a su cargo antes de ser destituido y espera el juicio oral y público por corrupción. Ugolini era quien le filtraba los datos al empresario de juego en nombre de los fiscales.
En su declaración testimonial como arrepentido, cuando la condena para él era cantada, el fiscal Ponce Asahad vertió detalles alucinantes sobre su empleado Ugolini, quien según dijo era muy «inclinado a prácticas esotéricas». Afirmó que «en su casa tenía un altar de San La Muerte». Contó que su madre era una curandera y tarotista a la que Coqui, como llamaban a Ugolini, le consultaba antes de dar pasos importantes.
Fuente: La política On Line.