(PR/Norma Migueles y Emanuel Fuertes) Daniel Asann, ex empleado de la Dirección Nacional de Vialidad (DNV) en Venado Tuerto, realizó un recorrido histórico sobre la repartición en la región. Se trata del ente oficial que, en la actualidad, atraviesa una preocupante situación a partir de que el Gobierno de Javier Milei decidió su cierre, aunque luego la justicia hizo lugar a una cautelar y frenó su disolución, al menos, por los próximos seis meses.
En primer lugar, Asann informó que la DNV se creó el 5 de octubre de 1932 y tuvo a su cargo el emplazamiento y mantenimiento de rutas nacionales. «En la zona de Venado Tuerto no podemos dejar de sentirnos afectados, porque hay dos rutas troncales que cruzan por la ciudad: la 8 y la 33. Nosotros teníamos un campamento central establecido en RN8, también había otro en Rufino sobre la RN33 y en Santa Emilia. Estas eran las bases de donde se realizaba el mantenimiento de la traza”, detalló.
Posteriormente, recordó que, cuando ingresó a la repartición, «la 33 se estaba destruyendo como ahora, con baches, zonas húmedas, entre otros deterioros. Entonces, para mejorarlo se hacían bacheos, se removía el piso, se compactaba y se emparchaba. O sea que había una atención permanente de conservación».
«Por otro lado, cada 30 kilómetros en ruta 8 estaban establecidos los puestos camineros, donde vivía una familia y una persona con un tractor o a caballo para el desmalezado de las banquinas», puntualizó.
En otro tramo, indicó: «También atendimos los desbordes de La Picasa para cuya contención tuvimos que colocar bolsas y ahí estuvo Vialidad, como en distintas rutas de nuestro país de norte a sur».
«Entre 1980 y 1981 se decidió privatizar el área conservación de Venado Tuerto que tenía 60 empleados y se levantó el campamento. Vino una empresa japonesa para realizar trabajos de conservación. De los 60 quedamos sólo 8, yo entre ellos. Mis compañeros fiscalizaban y a mi me tocó aprender a cocinar para ellos», contextualizó.
Por último, Asann reflexionó: «Hoy Vialidad Nacional es un ente importantísimo por su trabajo y presencia, pero se la ataca, y si bien coincido con que hay que gente que cobra y no trabaja, entiendo que habría que analizar si por eso conviene desmantelar la empresa o mejorar lo que está mal. En lo personal, esta situación me toca muy de cerca porque fue parte de mi vida y vi familias enteras que se quedaban sin trabajo y eso era, lamentable, lo mismo que pasa y vemos hoy».


