(Pueblo Regional) La problemática del uso de agroquímicos en la agricultura argentina viene generando polémica desde hace años y en los últimos meses recrudeció por una serie de normativas que prohíben la utilización de estos productos a determinada distancia de los ejidos urbanos.
En la localidad de Arteaga se conformó la organización “Manos a la tierra” que impulsa la producción agroecológica como alternativa al uso de fitosanitarios en forma intensiva.
“En nuestro pueblo nosotros veíamos mucha gente enferma, y el cáncer por ahí es la peor de las enfermedades, pero tenemos abortos espontáneos, chicos que nacen prematuros, hipotiroidismo y toda una serie de males que en los últimos años vinieron en aumento. Nosotros teníamos la sospecha de que todo esto tenía que ver con los agroquímicos y por eso con un grupo de chicas y chicos nos pusimos a investigar y nos encontramos con un mapa de uso de agroquímicos en Argentina que lo confrontamos con un mapa del cáncer, y descubrimos que donde hay más uso de estos productos es mayor la tasa de enfermos”, señaló Sebastián Borroni integrante de la organización “Manos a la tierra” de Arteaga.
Para conocer la opinión de los vecinos de la localidad encararon una encuesta que arrojó que “el 97 por ciento de la población piensa que el uso de agroquímicos afecta a nuestra salud”.
El grupo “Manos a la tierra” presentó un proyecto de ordenanza planteando que las fumigaciones estuviesen prohibidas a menos de mil metros de centros poblados, cuando la normativa vigente establece 100 metros desde la planta urbana sin fumigación con productos de síntesis química o biológica y de 100 a 500 metros sólo con productos de banda verde, que son los menos tóxicos.
Borroni apuntó, por otra parte, que está la problemática de la deriva que hace que la distancia a la que se esté fumigando deje de ser importante si el viento arrastra el producto hacia el sector urbano. Paralelamente remarcó que “lo que estamos produciendo son alimentos y eso es lo que se olvida la gente que está relacionada con el campo. Nos metieron en la cabeza que lo que producimos es un commodity que se exporta y lo consumen los cerdos en China. En parte eso es así, pero si producen trigo o maíz llega a nuestra mesa en forma de harina y entonces partículas pequeñas de ese veneno llegan a nuestro plato, por más que hayamos fumigado con vientos favorables y a largas distancias de la planta urbana”.