(PR) A pocos kilómetros del acceso a Carreras, yendo desde Melincué hacia Villa Constitución por la ruta provincial 90, se recorta un inusual paisaje que altera la habitual fisonomía de la pampa húmeda. Es que en un pequeño lote de algo más de una hectárea, los hermanos Gustavo y Lito Recupero implantaron un viñedo con el asesoramiento de un experto enólogo carrerense, Ariel Angelini, quien desde hace años está radicado en Mendoza. El viñedo tiene ya 4 años, 800 plantas y a partir de los cinco años puede llegar a producir más de 1.300 litros de vinos.
En el imaginario colectivo del ciudadano de Carreras jamás estuvo la idea de que ese pueblo iba a ser conocido por tener un viñedo. A los hermanos Recupero (los dos son ingenieros agrónomos) se les ocurrió implantarlo en un campo que posee la familia a pocos kilómetros de la localidad, y a instancias del enólogo Angelini. Ninguno de los ingenieros tenía experiencia en la materia.
Gustavo Recupero contó irónicamente que a él no se le hubiera ocurrido nunca hacer un viñedo en el pueblo, y explicó que “esto tiene un motor, un alma que es el enólogo reconocido internacionalmente Ariel Angelini, que es nuestro amigo y además oriundo de Carreras. Siempre fue su idea hacer un vino en su pueblo y siempre nos insistía con eso. Él sabía que a nosotros nos gustaban estos desafíos raros para la zona, y te podría decir que ese fue uno de los motivos por el cual empezamos con esto del viñedo hace ya unos años”.
“Mi hermano Lito es el que está más pendiente del viñedo y conoce cada una de las plantas. Les habla, las cuida, son como una extensión suya, y es su lugar en el mundo ese viñedo. Empezó como algo novedoso y se fue convirtiendo en nuestra pasión. Es realmente apasionante hacer vino y nos insume todas nuestras ganas y energía”, añadió.
“Lito”, cuenta a El Litoral que recuerda haber visto a sus abuelos –inmigrantes-, practicar en el mundo del vino artesanal en el propio Carreras. Y que incluso, da fe de varias plantaciones de uvas traídas desde Mendoza en tren que llegaban a ocupar “hectáreas”. Aunque la cuenta pendiente es no saber el color, la textura y el sabor de esas elaboraciones.
El hombre, que hoy pasa cerca de 12 horas diarias en su viñedo, explica que hasta llegar a la primera cosecha, las plantas tardan cerca de 3 años en dar los primeros frutos y que por eso es reciente la cosecha. En total, demora una década en llegar a la plena producción.
Y cierra: “Lo mejor del vino es compartirlo. Es como el mate. Esto Dios me lo puso en el camino para después de jubilarme. Y acá estoy, aunque me hubiese gustado que me aparezca 10 años atrás. Igual lo hago con pasión. Por eso esto no es trabajo y no me canso”.


