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Esfuuerzo, perseverancia y ganas de avanzar: la historia de un venadense conocido por todos

(PR/Giuliana Ghignone) José María Cano tiene 35años y hace unos días atrás fue noticia al tener un noble gesto con la ONG Imagina adonde colectó juguetes para que los niños puedan recibir en el día de las Infancias. Para conocer un poco más acerca de su historia Pueblo Regional dialogó con este venadense no vidente al que todos hemos visto en alguna oportunidad vendiendo en la zona céntrica pero pocos conocen su historia.

“Yo siempre dono lo que puedo en esta fecha en agradecimiento a lo que Imagina hace por mi” así comienza esta charla que tuvo lugar en su casa en el barrio Mateo Fernandez. Según pudo contar el entrevistado hoy está terminando sus estudios secundarios gracias al padrinazgo que recibe desde Imagina una institución que conoció a partir de una charla que mantuvo con Anahí, una joven venadense que se acercó a su puesto de ventas para preguntarle qué necesitaba o si podía ayudarlo en algo.

Nada para José María fue fácil, a los 6 años perdió la vista por un tumor cerebral y la situación económica de su numerosa familia, compuesta por él, 6 hermanos y su mamá siempre fue crítica “yo terminé la primaria pero después tuve que salir a trabajar porque el único ingreso que teníamos era mi pensión porque mi mamá trabajaba pero en casas de familia y había que comprar cosas para la casa, comida, jabón para la ropa” cuenta con una claridad y sin el más mínimo dejo de enojo con lo que le tocó atravesar.

Hoy vive con su mamá, Mónica, en una de las casas del complejo habitacional y sueña con tener una casa con patio para poder hacer huerta. Mientras, termina de cursar sus estudios secundarios a través del programa Vuelvo a Estudiar Virtual y acompañado por un docente. “cuando termine quiero estudiar para ser contador”.

Aunque por la pandemia se encuentra limitado en sus salidas no ve la hora de volver a vender en las calles de la ciudad su múltiple variedad de productos que abarca desde pañuelos descartables, hasta bijou y en estos meses de encierro avanzó en su stock de escarapelas y hasta cosechó pimientos que planea vender también. “Lo primero que salí a vender fue con mi hermano porta pavas que hacíamos con las maderas que nos regalaba un carpintero. Mi mamá al principio no quería que hiciera esto porque pensaba que yo salía a pedir y el psicólogo le dijo que me dejara porque yo tenía que aprender a ser independiente para cuando ella no estuviese”.

Además, cuenta que le gustaría conseguir un pequeño dispositivo que le permitiría leer textos o billetes “nosotros estuvimos viéndolos con mi mamá por internet pero sale muy caro y no podemos comprarlo”.

A pesar de su limitación visual a todo parece encontrarle la vuelta, amante de la cumbia de los 60 y 70 disfruta de escucharla en su propio toca discos o con su celular mientras realiza otras tareas del hogar, entre ellas cocinar. Sus salidas pre pandemia eran haciendo uso del Transporte Urbano Público aunque remarcó que es muy difícil moverse en la ciudad por el estado de las veredas que en gran parte se encuentran en mal estado.

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