La propuesta de Guardia Urbana, que carga sobre el Municipio el financiamiento de un cuerpo de empleados municipales con tareas de prevención, recibió repetidas objeciones sobre su improcedencia y la delegación de funciones le corresponde al gobierno provincial. La iniciativa, ideada por el concejal Leonel Chiarella, encuentra experiencias similares en otras ciudades de la provincia. En Rosario, particularmente, la Guardia Urbana es fuertemente criticada por distintos espacios políticos, desde los que apuntan a su complicidad y selectividad a la hora de realizar controles preventivos, hasta los que señalan su ineficacia.
Según el concejal rosarino por el Partido Justicialista, Diego Giuliano, la Guardia Urbana en Rosario es ambigua: no es guardia, porque no puede ejercer tareas de policía; no es urbana, porque se moviliza en un ámbito céntrico; “por lo tanto, lo único que efectivamente cumple, es lo municipal”.
En Rosario, una ciudad que ronda el millón de habitantes, la Guardia está compuesta por 250 empleados y tiene a disposición 20 vehículos. Las cifras revelan lo desproporcionado del proyecto local y la enorme carga que se vuelca sobre el presupuesto municipal. “Venado Tuerto no puede hacerse cargo de algo para lo que no tiene recursos y le corresponde a la Provincia. Desde el Brigadier López a la fecha es la primera vez que tenemos una intervención federal en seguridad, no es el gobernador el que decide qué hacer en materia de seguridad y esto tiene consecuencias. Hay que discutir una policía municipal, devolverle la autonomía a los municipios”, afirma Giuliano.
El cuerpo rosarino tiene un destacamento en calle Richieri y sus integrantes no reciben una capacitación especial, pero sí un plus salarial. “Nosotros no hemos hecho ninguna evaluación positiva de ningún lugar donde se vea la Guardia Urbana. Se podrían hacer coordinaciones más importantes con la policía. La GUM en Rosario son inspectores vestidos de otra forma”, comenta.
El concejal rosarino explica que el modelo aplicado en Rosario fue importado de Canadá, un país con niveles de violencia e índices de homicidio considerablemente inferiores a los de la ciudad santafecina. La Guardia, según sus palabras, resulta por ser un cuerpo de inspectores vestidos de otra manera, sin armas y solo con un teléfono celular. En cuanto a sus funciones, en muchas ocasiones, terminan superponiéndose con otros empleados municipales dedicados a las inspecciones, al tránsito o a la habilitación.
“Hubo una insistencia en sostenerlo a pesar de la escasa legitimidad que tiene en la población. La Guardia Urbana, en un país con una sociedad que tiene otros estándares, puede tener una función preventiva, pero en Rosario, frente a un hecho delictivo, no saben ni a dónde ponerse”, finaliza.
