Adriana se mudó a su hogar, hecho con botellas de vidrio en diciembre de 2018, y así logró cumplir su sueño de la casa propia, hecha con su propio esfuerzo y además, a través de su profesión de maestra, pudo inculcar en los más chicos el cuidado del medio ambiente.
En diálogo con Pueblo Regional, Adriana contó los principios del proyecto que demoró algunos años en concretarse: “El proyecto en mi cabeza empezó por el año 2013, 2014. Estaba trabajando con mis alumnos el tema de reciclado de residuos y además tenía en mente tener mi casa propia, cosa que es cada vez más difícil. Mientras tanto logré comprarme un terreno y había entusiasmado bastante a mis alumnos en la separación de residuos. Estábamos muy comprometidos a contribuir en el cierre del basural a cielo abierto de Rufino”.
Aprovechando las jornadas extendidas que se habían impuesto en las escuelas por aquellos años, y aprovechando los talleres que se dictaban fuera de los horarios habituales, Adriana y sus alumnos empezaron a trabajar con talleres de reciclado: “En ese momento me pude contactar con Alfredo Santa Cruz de Puerto Iguazú, Misiones, logré que venga a Rufino y me enseñe a mí y a mis alumnos a construir paneles con botellas de plástico para luego hacer paredes”, informó Gimenez, y agregó: “El sistema es muy lindo y fácil, lo puede hacer cualquier persona sin tener demasiados conocimientos en el manejo de herramientas, con una simple tijera, un destornillador y plástico se puede empezar a trabajar”.
El camino hasta la culminación de su hogar no fue sencillo. La maestra, recientemente jubilada, necesitó alrededor de 10.000 botellas de vidrio para lograr su cometido, y un cambio rotundo en el camino, cuando las botellas de plástico con que originariamente iba a ser construir la vivienda fueron destruidas: “Fui procesando las botellas, porque tenía que agujerearlas para atornillarlas. Cuando la cantidad de botellas acopiadas fue tan grande que empezó a afectar mi vida diaria, comencé a embolsarlas y guardarlas en el terreno que ya había adquirido. Un día me encuentro con que habían puesto caballos en el terreno y destruyeron todas las botellas, asique abandoné el proyecto por un buen tiempo pensando que no lo iba a retomar, pero la gente que me había que me traía siempre botellas de plástico también traían de vidrio, y aunque eran muy pocas las fui guardando; mi idea era hacer algún cantero o alguna mesa en el patio y como soy bastante perseverante decidí hacer la casa con botellas de vidrio”.
Seguidamente, Adriana Gimenez, una emprendedora como pocas, que un día decidió tener su propia casa y la hizo con sus propias manos nos explicó cómo fueron los esfuerzos para recolectar las botellas y como consiguió los planos: “Así, empecé a buscar las botellas de donde me las daban y llevarlas al terreno en bicicleta. Mientras tanto, ya tenía la plataforma hecha de lo que iba ser mi casa. Elegí un planito de internet, porque en la época del Procrear estaban subidos y se podían usar y empecé a levantar paredes con botellas de vidrio”.
Por último, esta gran emprendedora de la vecina localidad de Rufino explicó que significa vivir en su propia casa, como pudo llevar adelante esta empresa ella sola y las comodidades que posee la vivienda dotada de cocina, comedor, dormitorio, baño y galería.
“El proyecto era mío, aunque hubo personas anónimas que me ayudaron dándome botellas y algunas amigas que colaboraron en el llenado de columnas y algunas cositas más. Al ser una sola persona que lleva adelante un emprendimiento de esta magnitud, se hace un poco más difícil, pero la casa quedó como yo la imaginé. Tiene aberturas recicladas, las botellas son recicladas y me siento muy cómoda. Es muy acogedora y posee todos los servicios; también tengo un resumidero ecológico que es muy interesante, a mí me funciona muy bien a pesar que en Rufino las napas a veces están muy altas. Ahora solo faltan detalles y seguir con mi lema ‘ser coherente con lo que pienso’. Además trato de cultivar mis propios alimentos y tengo gallinas y muchas plantas.