(PR) En las últimas horas causó conmoción en la ciudad de Venado Tuerto la noticia del fallecimiento del dibujante y ex secretario de Cultura municipal, Roberto Capdevila. Sus restos son velados hasta las 16.30 de este domingo en calle Chile 533. Quien lo recuerda en esta nota es Natalia Jaureguizahar.
Se fue hoy Roberto, y con él una forma entrañable de habitar el mundo: con la mano siempre lista para el trazo certero de un dibujo, y el alma encendida por cada causa justa. Militante apasionado, atorrante entrañable, buen tipo de los que ya no abundan.
Debatía como dibujaba: con líneas firmes, con pasión, con esa mezcla justa de convicción y picardía. No debatía para convencer, sino para despertar ideas. Escucharlo -o mejor dicho, cruzarse en alguna de sus charlas- era abrir una puerta a dimensiones nuevas del pensamiento, del país, de la vida.
Fue parte de una generación formada con rigor, con lectura, con calle y con principios. Una generación que no se andaba con tibiezas, y que se plantaba con el cuerpo y la palabra.
Apenas dos días después que Tito Toccalino, también se nos va Roberto. Tito comunista, Roberto peronista. Dos faros diferentes, pero de la misma costa: la del compromiso, la de la coherencia. Juntarse a escucharlos era un viaje sin mapa.
Quién sabe, quizás su espíritu, antes de partir del todo, vuelva a recorrer su querida Mar del Plata. Tal vez la ciudad lo reciba con una nevada como a él le gustaba. Porque algunos se van despacito, dejando huellas, revolviendo memorias, abriendo caminos aún después de haberse ido.
Hasta siempre, compañero. Natalia Jaureguizahar


