El sábado por la tarde y por iniciativa de la Comunidad Manos a la Tierra se realizó la ceremonia de celebración a la Pachamama, por segundo año consecutivo. En la oportunidad el encuentro, al que asistió un centenar de personas, se realizó en forma conjunta con la vecinal del barrio Centro II y la Secretaría de Cultura y territorialidad del Municipio.
Minutos antes de las 15 se abrieron las puertas del diminuto predio ubicado en Pellegrini y Azcuénaga. La invitación era abierta al público para participar de la ceremonia de tributar a la pachamama (madre tierra) para que favorezca la producción de este año y que tiene honda raíces en los pueblos originarios del norte argentino.
El objetivo sin límites temporarios o geográficos, tiene ver con la filosofía que anima la comunidad nacida hace unos años atrás para recuperar ese predio que tiene destino indefinido y solía ser deposito de deshechos y escombros: el respeto a la naturaleza, el cuidado del planeta y sobre todo la preservación de la cultura que forjó nuestras raíces.
Tal como lo hacen los hermanos coyas en Jujuy, en Humahuca, en Purmamarca, en Maimará esta gran familia de unos 40 integrantes, que es la Comunidad Manos a la Tierra, abrió su casa para invitar a sus vecinos a celebrar esta tierra en la que vivimos. La apertura estuvo a cargo de Miriam Carabajal, quien forjó el ambiente con su voz cálida hablando de esta cultura de llanura, quizás diferente a las del norte jujeño pero hermanados en el amor y respeto a la Pacha, a la tierra, considerando este espacio logrado con el arduo trabajo de la comunidad como el ombligo verde de la ciudad, rodeado de cemento, pero mostrando una vez más que la naturaleza no tiene límites cuando se la convoca.
Luego se dio paso a la ceremonia de tributo a la tierra guiada por Norma Migueles y Juan Díaz, que fue luego seguida por los concurrentes que fueron volcando en un pozo, alimentos, semillas, productos de la huerta de los anfitriones, algo de alcohol, yerba, azúcar, etc. El pequeño altar estaba presidido por la whipala, hecha por una de las voluntarias.
Los primeros invitados a hacer su ofrenda fueron los veteranos del Centro de Veteranos de Malvinas, por ser ellos quienes defendieron en batalla la soberanía argentina en las islas Malvinas, parte de nuestra tierra. Posteriormente integrantes del ballet de folclore municipal ofrecieron danzas norteñas para luego cerrar la parte artística con la presentación del músico venadense Gabriel Zarich.
En forma paralela los anfitriones repartieron vasitos de caña con ruda para prevenir los males y los invitados aprovecharon el generoso espacio, rodeados del verde de las verduras que crecen en los almácigos entremezclados con el amarillo y anaranjado de las caléndulas y un clima ideal para compartir el sol en este pequeño ombligo de la ciudad cabal muestra de que para hacer grandes cosas basta con la suma de pequeñas voluntades.
