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viernes 26 julio 2024
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La cara verde de la modernización

El surgimiento de Los Verdes como espacio político instaló una novedad en la escena nacional. Con un arraigo en los movimientos ecologistas internacionales y una base de propuestas centradas en las alternativas de cuidado medioambiental, vinculado al trabajo de organizaciones no gubernamentales con presencia en todo el planeta, los verdes argentinos se integraron al frente Cambiemos y hoy algunos de sus referentes ocupan sitiales de relevancia en el gobierno.Foto 1

“Los Verdes nacimos como agrupación política, que depende mucho del nivel de estructura que uno logre, pero nos configuramos como una agrupación, con toda la vocación política, por eso participamos en Cambiemos. Estuvimos ligados a los partidos verdes a nivel global, que ven que la agenda verde debe ser desarrollada en el ámbito institucional. No quita esto la validez del trabajo no gubernamental”, dice el diputado nacional Juan Carlos Vilallonga, referente de Los Verdes y exGreenpeace.

Con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia se reactivaron las iniciativas para el desarrollo de las energías renovables. En el plano regional, el proyecto frustrado de la instalación de un parque eólico en Rufino, es una de las cartas que sintetizan algunas de las pretensiones estratégicas de los nuevos funcionarios. El objetivo es salir del paradigma de combustibles fósiles, que tienen un alto costo económico y un importante impacto ambiental.

“Lo que el gobierno está haciendo es el programa más ambicioso que se tuvo en la Argentina, que es el despegue de las energías renovables. Comenzó un proceso de licitación de diversos proyectos que van a configurar una sumatoria de 1000 megas. El objetivo es avanzar hasta el 10% de energía eléctrica proveniente de fuentes renovables. La ley dice de llegar al 2025 con el 20%. Producto de mi experiencia, veo un compromiso y una seriedad en esta política como nunca antes. Cuando hablamos de las inversiones que podrían llegar, uno de los rubros que seguramente será una gran sorpresa, es el sector de las energías renovables, hoy en una expresión muy ínfima”, sentencia Vilallonga.

La energía eólica es uno de los puntales en esos desarrollos alternativos. La posibilidad de reemplazar un porcentaje de la energía eléctrica generada a partir de combustibles quemados, se presenta como una de las propuestas más tentadoras en el marco del llamado a inversores globales que lanzó el gobierno. Al respecto del entusiasmo oficial sobre estas nuevas formas de producir energía, el referente ecologista comenta: “hoy es competitiva y es más barata que la convencional. Te diría que más, ya no hablamos del mundo, en el resto de la región, en Chile, Perú, Brasil, Uruguay, esos parques eólicos están generando a un costo por debajo de la energía convencional. En Argentina no ha ocurrido por el dislocamiento que tuvimos en la economía. Pero vamos camino a eso, con el agravante que consumimos una energía extremadamente cara, quemamos combustible importado. Ese gas que traemos es muy caro, es parte importante del quebranto económico de la Argentina. Frente a esa energía que se produce quemando combustible importado, las energías renovables son tremendamente competitivas”.

Toda innovación es política

La ligazón entre la industria extractiva de combustibles fósiles, fundamentalmente el petróleo, y los gobiernos provinciales es directa y de una larga tradición. El poder feudalizado que se denuncia en los territorios más alejados del centro del país, tiene una relación inevitable con el poder autónomo de las grandes corporaciones que se asientan y desarrollan actividades extractivas. Todos los gobernadores de las provincias productoras –algo que podría extenderse a aquellas provincias vinculadas a la matriz extractiva, como las sojeras o las mineras- fueron una resistencia para el avance de los proyectos de energía renovable. La modernización propone introducir nuevos actores empresariales, erosionar desde adentro el poder de las petroleras que sustentan, a la vez, el poder político de las provincias, campos electorales todavía adversos a Cambiemos. Las energías renovables, promovidas a nivel mundial por los grandes inversores financieros, ofrecen una posibilidad inmejorable para desterritorializar el poder.

“Hay una mezcla de razones, por un lado, cierta comodidad. Dejo de lado situaciones de corrupción. Pensemos en las mejores intenciones, creo que prima el statu quo y mantener las actividades económicas tal cual las conocemos, con resultados en el corto plazo. Lamentablemente la Argentina comenzó a desarrollar la energía eólica en los ’90, protagonizada por las cooperativas, en total coherencia con lo que ocurría en el mundo. Después la crisis del 2001 dejó eso en el camino. En ese momento, participé con el entonces gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, de la inauguración de un parque eólico. Conocía la importancia de esto. Hay una manera de entender las cosas de modo tradicional y repitiendo lo que aprendieron cuando son jóvenes, entonces la tecnología la toman como un menú acotado y sin estar preparados para entender lo que ocurre en el mundo”, arguye el diputado.

Nuevas reglas para ganar

La tan alentada llegada de inversiones supone una reorganización de la matriz productiva en la Argentina. La dependencia al suelo es una variante que obstaculiza los ideales de fluidez y multiplicación financiera. La irrupción de nuevos agentes económicos –los inversores llamados a invertir- permite socavar la superficie de poder político y económico que controla las provincias. La producción necesita un paso adelante: ir hacia la revalorización financiera. La apuesta energética está en la logística: achicar la presencia distorsiva del Estado, facilitar la circulación, que la energía corra y produzca ganancias con la menor pérdida –costo, gasto- posible. Las materias primas son commodities, dígitos financieros que se reproducen en las bolsas de valores. El extractivismo tiene una etapa superior: más potencial, mayor productividad, mejores posibilidades de inversión. Disminuir la determinación del factor productivo, territorial, es una necesidad de primer orden del nuevo esquema. En eso se basan en buena medida los aportes de las nuevas tecnologías.

“Si no cambiamos las reglas de juego a nivel macroeconómico para que haya inversiones de innovación y de riesgo, es imposible pensar en nuevos modelos productivos. El productor tradicional está con una enorme incertidumbre de lo que va a ser el próximo año, nadie va a ensayar un nuevo modelo. Las condiciones macro de la economía van a permitir ir modificando el sistema productivo y la matriz energética”, afirma Vilallonga.

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