(PR) La carne vacuna, uno de los productos más emblemáticos de la gastronomía argentina, está atravesando una crisis sin precedentes. La disminución del consumo, la escasez de materia prima y la falta de apoyo al sector están poniendo en peligro la supervivencia de los productores y frigoríficos.
Según Esteban Boyle, productor cárnico de Venado Tuerto, el consumo de carne vacuna ha disminuido significativamente en los últimos años, pasando de 68-70 kg per cápita a 42-45 kg. «El consumo ya bajó, es hora de tomar medidas», afirmó Boyle, quien atribuyó esta caída a la disminución del poder adquisitivo de los consumidores y a la escasez de materia prima.
La faena ha caído un 10-15% este año, lo que se debe a la falta de aumento en los salarios y a la diferencia entre el consumo interno y la exportación. «La gente ha cambiado su consumo a pollo, que hoy está en igual cantidad de kilos que la carne vacuna», destacó Boyle.
El precio de la carne ha estado frenado en los últimos 6 meses y es necesario que se ajuste para reflejar los aumentos en los costos de producción. «Es hora de ayudar un poco más que la exportación a los frigoríficos consumidores y al consumo en general», concluyó Boyle.
La «crisis» de la carne vacuna en Argentina ha generado un impacto significativo en el sector, con muchos frigoríficos exportadores y una gran cantidad de mano de obra dependiente de la industria. La provincia de Santa Fe es una de las más afectadas, con muchos productores y frigoríficos que están luchando por sobrevivir. «Es hora de tomar medidas para revertir esta situación y garantizar el futuro del sector», afirmó Boyle. «El gobierno debe tomar medidas para apoyar al sector, como reducir las retenciones y aumentar el precio de la carne», añadió.