(PR/ANDREA ACEDO) Uno de los más facheros de su curso en el secundario. Además brillante: sin mucha dedicación (era de los que se sentaban al final del aula y hacían bromas) tuvo promedio destacados y hasta estudió astronomía en Córdoba, pero luego regresó para arrancar con su empresa de fábrica de aberturas. Hoy, esa empresa es una de las fuentes de trabajo más importantes de su pueblo. Era gran futbolista. Un enorme número 5 con la casaca de San Martín. Y un día la vida, que suele hacer estas cosas, le puso un enorme y difícil desafío.
Javier Zabica nació en Chovet en el seno de una familia vinculada al automovilismo. Con 15 años se subió a su primer auto de competición y a los 17 ya participaba oficialmente. Desde ese entonces, nunca se había alejado del volante, hasta el trágico 31 de marzo del 2018 en donde un accidente de moto lo deja en silla de ruedas. Hoy con su 128 adaptado ha vuelto a las pistas compitiendo a la par de los otros pilotos que gustosamente lo han integrado a las competencias.
“Después de mucho tiempo de trabajo pudimos poner el auto otra vez en condiciones para conducirlo, en el 2019, un año y pico después de que tuve el accidente en moto que me dejó en silla de ruedas. Fueron 8 o 9 meses de adaptación del auto, de prueba y error en el taller de mi casa. Somos 5 hermanos, mi vieja y mi viejo que es mecánico de toda la vida. Yo corrí toda la vida. Tengo 45 años ahora y corro desde los 17. La pasión por el automovilismo me ayudó a salir del pozo que te deja al principio lo del accidente, uno después se va adaptando a todo lo demás y le busca la vuelta”, dice Javier.
Agrega además que “influye mucho la familia que tenés detrás, que empuja un poco, si uno estaría solo sería distinto. Cuando la familia te impulsa de a poco te empiezan a agarrar las ganas para luego ir viendo la forma de volver a hacer todo.
Del accidente cuenta que un fin de semana decidieron ir a andar en moto con su papá y uno de sus hermanos y allí ocurrió el accidente, en una curva. No recuerda nada del momento del impacto ni de lo que pasó hasta un par de días después. “No perdí el conocimiento, pero es como que mi organismo borró esos dos o tres días. Choqué con un auto y tuve una fractura en la tercera vértebra dorsal y quedé en silla de ruedas”, recuerda.
Para él es muy emocionante cada vez que en una largada ve a su familia y amigos porque conoce todo el trabajo que hubo y hay por detrás. “Yo antes trabajaba mucho mas en el auto y ahora si bien lo sigo haciendo hay cosas que me cuestan mucho, pero tengo que un montón de gente detrás, tanto mis hermanos como amigos que vienen a colaborar, somos muchos los que hicimos posible esto y disfrutamos cuando venimos a distender un poco el fin de semana, salimos de la rutina”.
Entrado el 2019, su papá y su hermano comenzaron a pensar de qué manera el piloto de Chovet podía volver a competir. Si bien Javier se mostraba un poco negativo, su entorno lo fue convenciendo y empezaron a consultar con el técnico de las Categorías Agrupadas para tratar de modificar su vehículo, siempre estando dentro del reglamento.
La familia desarrolló un sistema de tres aros de volantes donde Javier acciona todas las maniobras necesarias que necesita para conducir un auto. Al principio le costó un poco manejar el auto adaptado, fue como volver a aprender a manejar de una manera diferente ya que no puede usar los pedales. Todo se concentra en el volante. Dice que el cuerpo es sabio y no le cuesta adaptarse a nada porque en un primer momento, se subía y tenía que pensar dónde estaba el freno, dónde el embrague y ahora ya lo interiorizó en el cuerpo, ya no lo piensa. Está en el protocolo dentro de su cuerpo, es automático, pone primera y sale a la pista.
Inclusión
Antes este tipo de cosas uno las veía desde afuera pero ahora le tocó en carne propia. “La categoría me acogió de una manera impresionante, siempre fueron palabras de aliento y cada cosa que quería reformarle al auto llamaba al técnico, él revisaba, me aprobaba, me daba libertades, obviamente sin tener ventajas, pero me las daba para que pueda adaptar el auto hasta terminarlo. La primera carrera fue todo un acontecimiento porque había sido mucho trabajo tanto de nosotros como de ellos por supuesto para integrarme dentro de todo el circuito. Hoy soy el mismo que era antes”, destaca Javier.
La vuelta fue en diciembre del 2019 en el Autódromo de Rosario. Se corría la fecha coronación de las Categorías Agrupadas Federadas. Era una mañana de domingo en el Juan Manuel Fangio. Ante el público asombrado apareció el piloto Javier Zabica que volvía a las pistas después de estar casi dos años sin competir a consecuencia del accidente vial que lo dejó sin movilidad en las piernas. “yo había corrido en Rosario la primera carrera del 2018 y había ganado y al fin de semana siguiente fue lo del accidente. Tenía la incertidumbre de saber que iba a pasar, de cómo iba a andar, de no hacer ninguna macana sobre todo. Todo fue de menos a más, me fui animando y me di cuenta que ya podía seguir a alguno en el pelotón y paso tras paso hasta que llegamos a mediados de 2020 en San Nicolás en donde salimos terceros, subimos al podio, estaba el Flaco Traverso, el me saludó y me dio el trofeo, fue bárbaro. Esa carrera fue terrible aparte de la emoción de haber podido volver al nivel que teníamos antes del accidente en estas condiciones. La verdad es que te llena de orgullo y emoción eso y es devolverle algo a todos los que trabajaron y colaboraron para que pueda estar acá”, se entusiasma Zavica.
Su mensaje
Javier no se siente un ejemplo, pero sí demuestra que todo se puede, de distinta manera, pero se puede. “Yo hago casi todo, lo único que me falta es volverme a subir en una moto, pero después me compre un cuatri y ando, tengo una chata adaptada, una bicicleta adaptada, voy y vengo a trabajar en bicicleta. Los fines d semana me voy con mis amigos a andar en cuatri, ellos andan en moto. Todo se puede. Es cuestión de adaptarse, uno a veces quiere hacer las cosas como antes y con el tiempo entiende que ya no se puede, entonces inventa la manera”.
Finalmente, Javier Zabica concluye: “el automovilismo es una pasión, es lo que me saca del pozo cuando me caigo. No es que estoy todo el tiempo como que ya salí, pero esto me ayuda a enchufarme y a hacer lo que siempre hice y es la pasión que llevo adentro”.
Fuentes y fotos: conlagentenoticias.com/ Rugir de motores Las Varillas/ Guillermo Buelga / Prensa Autódromo de Rosario





