(PR) La historia de Nélida Perez es la historia de una mujer que logró superar aquel diagnóstico que parecía marcar su vida. A sus 49 años le detectaron cáncer uterino pero luego de superar el primer cimbronazo, dos recidivas la sorprendieron la última de ellas con un pronóstico nada alentador: la enfermedad era terminal.
Durante varios años, esta mujer visitó cientos de médicos, se expuso a todos los tratamientos que estuvieron a su alcance, estudió y se rodeó de personas que supieron acompañarla, darle fuerzas y brindarle sus conocimientos. “Si bien yo recurrí a la medicina tradicional porque es clave, también es muy importante cuando uno recibe un diagnóstico, sea la enfermedad que sea, comenzar a hacer un trabajo interior, tomarse las cosas de otra manera, cambiar la forma de vida, trabajar en el aspecto espiritual. Yo veo lo malo que sucede, pero decido que eso no me afecte. He vivido muchos años en la queja. Había gente que cuando me veía bien me decía” que bien que estás ¿cuando vas a volver?” Y yo les decía “esto llegó para enseñarme y si yo vuelvo a lo mismo de antes no aprendí nada. Tengo que hacer un cambio, le agradezco a toda mi vida anterior pero necesito otra cosa”” cuenta.
Ya casi a diez años de haber recibido el alta, Nélida continúa en contacto con pacientes oncológicos y también con los vínculos de cada uno de ellos a través de la asociación Honrar la Vida. Un espacio terapéutico, totalmente gratuito, donde se busca contener, acompañar y asesorar a quien lo necesite. “La enfermedad viene para enseñarte algo. Uno puede detenerse a pensarlo o no, es la elección de cada uno” agrega con sabiduría y sobretodo desde su experiencia.
Más allá de lo que los médicos le plantearon en la última instancia, ella continuó con esperanza y el acompañamiento de sus tres hijas y muchas personas de su entorno probando cuanto tratamiento se pudiese realizar «yo estoy convencida que el amor salva. Mis tres hijas estuvieron cuidandome y atentas a todo lo que necesitaba pero también mucha gente se movilizó para que yo tuviese el dinero necesario, nos traían incluso bolsones de comida. Estoy eternamente agradecida a todos ellos».
La medicina avanza y cada vez son más los tratamientos, pero la mirada holística parece ser la clave para sobrelllevar un diagnóstico “que no es lo mismo que un pronóstico” destaca. En esta misma línea, desde hace algunos años se comenzó a darle importancia también a “las palabras”, “cuidar las palabras que usamos también es sanación. Es fundamental dejar de entender al cáncer como un sinónimo de muerte, desterrar palabras como “lucha” remplazar algunos términos por otros, para aportar una mirada positiva a esta enfermedad, dando un abordaje integral e inclusivo.”
Las palabras que se usan en torno al cáncer pueden afianzar estereotipos, mitos, inequidades o, simplemente, alejarnos de la realidad. Lo que la persona y su entorno viven ante el diagnóstico de cáncer no es una ‘batalla’, las drogas disponibles no son un ‘arsenal terapéutico’ y el tratamiento no será un ‘arma’. Además, los términos bélicos parece que propusieran vencedores y derrotados, algo alejado de la realidad. En cambio, ante un cáncer, lo que se emprende es un camino, algo que toca transitar y durante el cual se puede crecer mucho y vivir plenamente.
“Si habláramos sobre el cáncer con todas las letras se lograría cambiar en la comunidad, por ejemplo, el mito de que ‘cáncer’ es sinónimo de ‘muerte’. Hoy se sabe que hay mucho por hacer a lo largo de todas las etapas que le toque atravesar a la persona.”


