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La lucha de dos trasplantados y la esperanza de una nueva oportunidad

(PR/Giuliana Ghignone) Candela Cuzcueta recibió su primer trasplante de riñón el 1 de mayo de 2018. Con tan solo 10 años, viajó a Santa Fe para someterse a la operación, y desde entonces han transcurrido 11 años de un camino constante por pasillos de centros de salud e intervenciones para mejorar su calidad de vida. Hoy, nuevamente en espera de un trasplante, tanto ella como su madre, Lorena González, confían en que el órgano llegará pronto.

“Cuando nos dieron el diagnóstico, nos dijeron que era una enfermedad poco usual. A sus 9 años, vivió su primera operación de corazón y, meses después, de urgencia, atravesó su primer trasplante”, recordó Lorena. «Al principio, sentís que el mundo se te cae encima. Uno no suele pensar demasiado en los riñones, pero cuando te das cuenta de lo esenciales que son, todo cambia. La primera vez que tuve que conectarla a la máquina de diálisis peritoneal me senté y me repetía que no iba a poder, que si algo le pasaba sería mi culpa. Pero después entendés que hay que hacerlo, que hay que sacar fuerzas. Todo es difícil: las internaciones, los tratamientos… son situaciones complicadas», añadió.

A su lado, Candela sonríe, como confirmando cada palabra, y aún conserva la energía suficiente para entrar al quirófano tantas veces como sea necesario. Con ganas de retomar sus estudios y disfrutar de la vida, sigue luchando con determinación.

«Ahora, nuevamente en lista de espera, los médicos nos explican que lo más importante es encontrar un órgano lo más compatible posible», señaló Lorena. Mientras tanto, cada seis meses viajan a la capital santafesina para realizar los estudios correspondientes, y el día a día transcurre en Venado Tuerto, donde cuentan con el acompañamiento de profesionales locales a quienes agradecen tanto por su calidad humana como por su profesionalismo.

La historia de Candela ha conmovido profundamente a los venadenses. En reiteradas ocasiones, se han organizado campañas solidarias para aliviar la carga económica, un aspecto que también debe resolverse en estas situaciones. A través de las redes sociales y el boca a boca, muchas personas han ofrecido su ayuda, logrando que el camino de la familia sea un poco más llevadero.

La donación de órganos salva vidas

Julián Gómez es un joven venadense que, a los 10 años, recibió su primer trasplante de riñón en el Hospital Garrahan. Hoy, con 25, se encuentra nuevamente en lista de espera. En su caso, el deporte ha sido una bandera y una herramienta fundamental para seguir concientizando sobre la importancia de la donación de órganos.

“Yo nací con una malformación congénita y una enfermedad renal, por lo que desde los 8 meses hasta los 9 años llevé una dieta estricta para evitar la diálisis y el trasplante el mayor tiempo posible. A los 10 años, finalmente comencé la diálisis y, pocos meses después, llegó el órgano y me operaron en el Garrahan”, contó Julián.

Sobre cómo vive esta nueva etapa, expresó: “Es empezar todo de nuevo. Una cosa es atravesarlo de niño y otra muy distinta de adulto, con 25 años. Me acuerdo que de chico jugaba todo el día en la vereda, y ahora los miedos son muchos más”.

Durante todos estos años, llevó una vida normal hasta que, en 2019, un virus afectó su riñón trasplantado y comenzó a fallar progresivamente. “En 2023 dejó de funcionar por completo y, en octubre de ese año, empecé diálisis. En abril de 2024 entré en lista de espera”, detalló.

Si bien realiza diálisis en Venado Tuerto, el trasplante se llevará a cabo en el Hospital Centenario de Rosario. Sobre el tiempo de espera, explicó: “Cada vez que ingresa un órgano, se arma una lista única con las personas más compatibles. No es que estés en una lista del 1 al 10 y vayas subiendo de posición”.

Desde pequeño, el deporte ha sido un pilar fundamental en su vida. Ha representado a Venado Tuerto en distintos mundiales, donde ganó varias medallas en natación. “Este año el mundial se hace en Alemania y no voy a poder ir porque estoy en diálisis, pero sigo nadando porque es algo que disfruto”, agregó.

“En estos encuentros conocés muchas historias, gente de todas las edades que ha pasado por lo mismo. Cuando me dijeron que necesitaba otro trasplante, me bajoneé, pero después hablas con personas que ya llevan hasta tres trasplantes y eso te ayuda. Estar en contacto con otros que atraviesan la misma situación es fundamental”.

Hoy, Julián vuelve a necesitar un donante, y su labor de concientización cobra aún más fuerza. Comparte información y visibiliza la realidad de muchos que, como él, esperan una nueva oportunidad. “Todavía hay mucha gente con miedo de donar, por eso es necesario seguir informando”, concluyó.

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