El 13 de febrero, Guadalupe cumplirá tres meses. Su llegada a este mundo es producto del deseo irrefrenable de sus padres por formar una familia y del enorme acto de amor de su tía Romina, que la llevó en la panza 9 meses. “Durante los últimos diez años, fuimos testigos de la lucha de Andrea y Julián para tener un hijo”, cuenta Romina Mondragón.
Por eso, cuando en 2018, conoció por televisión la historia de una pareja que había podido convertirse en padres a través de la gestación por sustitución, no dudó en llamar por teléfono a su cuñada para contarle que existía esa posibilidad en la Argentina. “Andre también estaba viendo ese programa pero lo primero que dijo fue ‘quién lo va a hacer, quién me va a prestar su vientre’. Segura, le contesté que lo iba a hacer yo”, recuerda.
Con la convicción de poder ayudar a su hermano y a su cuñada a tener un hijo, Romina habló con su marido Pablo: “Mi esposo me apoyó en la decisión y juntos le contamos a nuestros dos hijos mayores que pensaba gestar al bebé de sus tíos. Les expliqué que no iba a ser su hermano sino su primo. Ellos, que sabían cuánto lo deseaban Andre y Juli, estuvieron de acuerdo”.
Junto a los futuros padres, lo primero que hicieron fue buscar un abogado especializado en subrogación de vientre. Así llegaron hasta Nicolás Gigena. que los acompañó durante el proceso judicial. La gestación por sustitución no tiene una regulación específica en la Argentina, no está contemplada en el Código Civil y Comercial aprobado en 2015 y al haber un vacío legal sobre la técnica de reproducción asistida, es necesario pedir la autorización a un juez.
“En los papeles que presentaron, para que les autorizaran la gestación solidaria, explicaron que Andrea había tenido cáncer hacía 20 años y que debido al tratamiento al que se había sometido no podía quedar embarazada. La justicia consideró que en este caso era viable. Después de presentar algunos estudios médicos que dieran cuenta de mi estado de salud, en octubre de 2018 entregamos la carpeta”, explica.
El sueño de la beba, en marcha
Romina se emociona aún hoy cuando recuerda las palabras de la jueza de familia Mónica Parrello que autorizó la subrogación de vientre: “Nos dijo que había estado pensando en nosotros toda la noche y que como le parecía un acto de amor supremo, nos daba el visto bueno para que lo hiciéramos”.
La magistrada dejó en claro que Romina era la gestante y que no tendría ningún vínculo filial con el bebé, que sería anotado como hijo de quienes manifestaban la “voluntad procreacional” de ser su madre y su padre, Andrea y Julián.
El 13 de junio de 2019 tuvieron la sentencia definitiva y ese fue el momento en el que empezaron el tratamiento. “Ya habíamos visitado el centro de fertilidad para ver cómo era. En noviembre de ese año comenzó todo. Con la ayuda de una donante de óvulos, se obtuvo el cigoto y después me prepararon a mí con unas pastillas de estrógeno y progesterona. Cuando estuve en condiciones, el 26 de febrero de 2020 se hizo la transferencia y el implante de embrión”.
“Lo vamos a recordar todos los días de nuestras vidas. Yo salí de ahí sabiendo que estaba embarazada, que Guadalupe iba a crecer en mi panza. Nos habían confirmado que era una nena y yo estaba inmensamente agradecida de poder cuidarla durante esos nueve meses”, afirma.
Sus cuatro hijos y su marido, que acompañaron todo el proceso vivido juntos los papás de Guadalupe, lloraban de la emoción. A las semanas empezó la cuarentena y los meses siguientes estuvieron mucho en casa mientras crecía la panza. “Yo vivo en Tanti y ellos en Córdoba Capital así que hubo muchas videollamadas y nos veíamos cuando se podía en los controles médicos”.
“Le hablé mucho a Guadalupe, le conté que la tía la estaba cuidando y que los papás la esperaban afuera. Soy madre de cuatro, este era mi quinto embarazo y además soy doula, – acompaño a mujeres durante el embarazo, el parto y los primeros días del recién nacido- así que un poco por conocer la experiencia y otro por mi trabajo, estaba tranquila y pude acompañarlos a Julián y a Andrea en la espera”, recuerda Romina.
El día del nacimiento
Guadalupe nació el viernes 13 de noviembre por parto natural en el Sanatorio Allende de Córdoba Capital. Romina no puede contener la emoción al contar el momento en el que Guada llegó a este mundo. Estaban juntas con Andrea en la sala de partos: “Por la pandemia de coronavirus solo pudo estar Andre y después le permitieron entrar a Julián y a mi marido. También fue clave el doctor José María Peralta a quien le estamos muy agradecidos”.
“Ese día supe que venía, la emoción era de otro planeta. Fue maravilloso ver salir a Guadalupe, recibirla, tocarla, besarla y que se vaya con sus padres fue lo más hermoso de la vida”, confiesa Romina.
La alegría por haberla gestado, por haber hecho posible algo que en algún momento, Andrea y Julián creyeron imposible: “Fueron 20 años desde que Andre se hizo el tratamiento y 10 en los que con Julián intentaron convertirse en padres. Finalmente Guada estaba ahí y hoy la podemos ver crecer”.
Confiar en que es posible
Romina quiere compartir la historia de la familia de su hermano, su cuñada y Guada para que otras personas o parejas que sueñan con tener hijos sepan que no es necesario viajar al exterior para hacerlo: “Muchas personas no lo saben y hay posibilidad de hacerlo acá con autorización de un juez”.
“Yo les pido que no se desanimen porque muchas veces, hay que esperar los tiempos del universo, o de Dios que no son los de uno. Yo me siento realizada porque tengo mis hijos y pude ayudarlos a ellos. A Guada me tocó cuidarla durante 9 meses y ahora crece y es feliz juntos a sus papás”.
Fuente: TN