En medio de la cuarentena que regía en la ciudad por el coronavirus, un video se hizo viral. Era septiembre y el delivery de productos quedaba expuesto como una alternativa laboral precaria para afrontar la crisis económica reforzada por la pandemia. Una noche, Tobías, un repartidor de Rappi sufrió un asalto de parte de dos hombres que le llevaron su bicicleta, nada más ni nada menos, su herramienta elemental de trabajo. Fue entonces que apareció Gisela Audisio y junto a su familia protagonizaron un gesto noble y necesario en esos tiempos de distanciamiento social extremo: le regalaron la bicicleta que tenían en su garaje sin más. Pero la cadena de favores no se cortó ahí, se puede decir, que esta es una historia con dos finales felices.
Gisela, una joven odontóloga amante de los animales y vecina de Pellegrini y Ayacucho, le entrega su propio rodado al muchacho al que acaban de despojarlo del suyo. Tobías la abraza sin rodeos en un gesto de agradecimiento profundo. “Hay gente buena, máquina”, se escucha que dice uno de los testigos emocionados. Al día siguiente, la mujer contó cómo había sucedido todo. “«Llevatela, seguí laburando. Si podés en algún momento comprarte o conseguir otra me la devolvés»”, relató Gisela que fue lo que le dijo al repartidor mientras le entregaba su propia bicicleta. En esa oportunidad, expresó también su asombro por las repercusiones del caso, ya que para ella había sido una respuesta natural a lo que denominó una “injusticia”. “Sentí mucha impotencia, era lo único que podía hacer por el chico que estaba desesperado”, señaló. Luego, apuntó: “Estamos todos un poco hinchados, muchos dependemos de estos chicos que hacen delivery por dos pesos y encima los chorean, es terrible”.
Otro final feliz
“Apenas se viralizó el video me empezaron a llegar mensajes, todas personas conmovidas por el gesto que tuvimos con mi pareja, porque hay que decirlo, esa bicicleta era de él y me la regaló. Yo la hice arreglar y cuando pasó lo de Tobías, juntos decidimos regalársela, no esperábamos nada a cambio, solo que pudiera seguir trabajando”, sostuvo en una nueva charla con Rosario3.
Un grupo de personas de Buenos Aires la contactó también: “Me dijeron que iban a juntar dinero para que yo me pudiera comprar una bicicleta nueva, les agradecí pero les dije que el que necesitaba eso era Tobías con quien pude hablar después del robo gracias a un periodista”, continuó. Una vez más, Gisela activó su espíritu solidario y llamó al repartidor para anunciarle las buenas nuevas. Fue entonces que se enteró que el muchacho seguía pagando las cuotas del rodado sustraído.
“Tobías es tan tímido y educado que nunca nos contó eso”, comentó y añadió: “Me partió el alma, le dije que se quedara con mi bici y que usara el dinero para cancelar su deuda y quedamos así”. Sin embargo, faltaba un eslabón más para terminar esta cadena de favores. “Otra persona se contactó conmigo después. Esta vez de Rosario, tiene una bicicletería y de forma anónima se ofreció a darme una bicicleta. Entonces yo le dije que mejor se la diéramos a Tobías”, indicó.
Y así fue como esta vecina generosa recuperó el regalo que le había hecho su marido y el joven repartidor obtuvo una bicicleta nueva y pudo terminar de pagar la otra, ésa que al ser robada desencadenó esta historia simple pero cargada de emociones y que hoy es necesario contar.
“Tobías vino a casa, me contó algunas cosas brevemente porque estaba trabajando. Le di su bicicleta y él me entregó la mía. La historia terminó muy linda y en el medio mucha gente copada y pude comprobar que la solidaridad existe”, manifestó y analizó: “Creo que muchos se vieron reflejados en lo que pasó, todos de alguna manera sufrieron lo que le pasó a este chico y quizás nadie los rescató”.
Fuente: Rosario3