Sicamar Metales es una empresa satélite de Essen Aluminios en Venado Tuerto, y de acuerdo a los vaivenes de la firma madre va ajustando su economía.
Semanas atrás la fábrica de cacerolas realizó algunos movimientos dentro de su planta de personal y se lo justificó afirmando que se trató de los reacomodamientos que periódicamente realiza la empresa.
Ahora Sicamar también comenzó a “reacomodar” sus fichas y entre sus víctimas está Carlos Ledesma, un empleado que durante dos décadas estuvo al servicio de la firma y en diciembre fue despedido.
Sicamar Metales es una de las tres firmas que en Argentina hace aleaciones de aluminio no ferroso, con aleaciones secundarias. Uno de los hornos que posee la empresa trabaja directamente para Essen, “el dueño es el mismo, es otra firma porque tuvieron un juicio penal con la AFIP porque le confiscaron cargas de chatarra en negro”, apuntó Ledesma.
Para dejar más en claro la relación entre las dos empresas, el trabajador describió que “entramos todos por la misma puerta, nos controla la misma gente de seguridad y lo único que nos separa es un pasillo. En una foto aérea se puede ver que las naves son iguales, pero son firmas diferentes”.
Ledesma fue despedido de Sicamar en diciembre (mes emblemático si los hay) del año pasado. “Desde diciembre estoy sin laburo, peleándola, mirando otro punto de la realidad, tratando de buscarme la plata en la calle, nada que ver con estar esperando el sueldo todas las quincenas”, se lamentó.
Para sobrevivir Carlos abrió un taller de reparación de lavarropas, gracias a un curso que había realizado en la Facultad Regional de la Universidad Tecnológica Nacional años atrás.
Ledesma era delegado gremial en Sicamar, razón por la cual “sutilmente” le habían retirado las horas extra, entonces había comenzado a trabajar en un taller de un primo dedicado a reparaciones.
“Tuve que ir desarrollando alguna actividad fuera de la empresa porque son persecuciones muy sutiles las que realizan”, apuntó el ex trabajador de Sicamar.
Ya en su condición de despedido, Ledesma describió que “la primera sensación no es mala, porque de golpe te encontras con plata que no esperabas, el problema es cuando va pasando el tiempo y te cae la ficha de todos los años que dejaste ahí adentro, que no tenés un buen oficio y que ya tenés cierta edad que te complica volver a incorporarte al sistema laboral. Yo salí a los 40, pero hay gente que los echaron con 50 o 53 años”.
Un dato extra que aportó Ledesma es que según los controles del Ministerio de Trabajo en Sicamar no hay trabajo insalubre, cuando los obreros deben estar expuestos a temperaturas que rondan los 700 grados.