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viernes 10 mayo 2024
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Los sin techo, una historia que nunca se acaba

“Yo a estos no les doy nada. Que trabajen, manga de vagos”, afirmó, con rencor la mujer del camionero, recibiendo como respuesta del almacenero, con una sonrisa socarrona: “Donde hay una necesidad, hay un derecho”, parafraseando a la “Abanderada de los pobres”.

Este diálogo, cada vez más común en gran parte de la sociedad, deja al descubierto dos problemáticas que con el correr del tiempo se van profundizando: las deficiencias del Estado para resolver el problema habitacional, y el desinterés de gran parte de la comunidad para colaborar con sus congéneres.

La problemática no es nueva, y siempre se está en el límite de avalar las ocupaciones ilegales cuando condiciones extremas dejan a familias enteras en situaciones de riesgo.

El 12 de junio el gobierno nacional ofreció una nueva herramienta para resolver el problema de miles de argentinos, con el lanzamiento del Programa Crédito Argentino del Bicentenario, mediante el cual se proyecta edificar 100 mil viviendas en cuatro años. Pero, aunque este sistema favorecerá a miles de familias, los beneficiarios serán argentinos que tengan trabajo fijo y blanqueado.

Los casos descriptos a continuación, son todos de familias que viven de changas y el cirujeo, y con mínimas posibilidades de conseguir trabajos donde se les facilite la documentación para acceder a planes estatales de viviendas.

 

Invierno a la intemperie

En el corazón de la pampa húmeda un invierno letal mantiene las calles vacías. Al calor de sistemas de calefacción de todo tipo los chicos miran la TV sin importarles el resto.

María Laureana, en cambio, tiembla de bronca y frío junto a su familia en un ranchito de chapas y cartones que construyó en un terreno municipal en Caparrós al 400 de Venado Tuerto. En el barrio Fredriksson de Firmat otras dos familias de escasos recursos, en un lotecito que les cedió el gobierno municipal, sufren los efectos de ese frío que cala hasta los huesos en sus precarias viviendas.

En el caso de María Laureana fue obligada a mudarse, y vivir usurpando a mediados de mayo, cuando tuvo que abandonar la casa que alquilaba.

“Vinimos acá porque estuvimos averiguando, y como me enteré que este terreno era municipal, y no teníamos otro lugar donde ir, decidimos con mi marido instalarnos para construir algo, sobre todo por las criaturas”, comenta la mujer que tiene cuatro hijos de entre 13 y 2 años, los tres menores conviviendo con la pareja en el precario hogar.

Agradecida, pese a todo, María cuenta que “por suerte nos regalaron unas chapas y pudimos terminar la casita, y sacamos la carpa para poder dormir bajo un techo, porque ya no se podía dormir en una carpa con los chicos, y comer afuera debajo de una lona”.

Utilizando la política de meter miedo para después negociar, al día siguiente de haberse instalado en el terreno municipal, la familia recibió la visita de la policía. Como es costumbre el operativo se realizó a la noche, y según los agentes la denuncia la habría hecho el Municipio por usurpación de un terreno estatal.

Posteriormente, un grupo de gendarmes también se habría acercado al predio para amedrentar a la familia, tomando fotos y los datos de los integrantes del grupo.

Después del amable apriete a través de los “servidores públicos”, el Municipio se presentó para ofrecer algunas alternativas a la familia: pagarles el alquiler en una pensión durante un mes o la mitad durante tres meses, o separar al grupo familiar enviando a la mujer y los chicos a AMAS (Ayuda a la Madre Sola) y dejar al padre de familia que se arregle por su cuenta.

Otra propuesta que recibieron fue mudarse al barrio Cibelli, donde el paisaje es cada vez más desolador por los asentamientos precarios que crecen día a día.

 

Crece desde el pie

“Crece por hiladas la pared, crece la pared, crece desde el pie amurallada, crece desde el pie”, canta el uruguayo Alfredo Zitarrosa desde la eternidad, y subraya: “Crece desde el pueblo el futuro, crece desde el pie, ánima del rumbo seguro, crece desde el pie”.

“Crece desde el pie” fue el orgulloso nombre que los vecinalistas del barrio Fredriksson le dieron a una movida solidaria para colaborar en la construcción de dos casas para familias que están viviendo en situación muy precaria en Firmat.

Si bien la problemática es similar a la de Venado Tuerto, en este caso se trata de dos familias que construyeron sus viviendas sobre terrenos que les otorgó el Municipio, y por el otro lado reciben el respaldo de la comunidad a través de un trabajo solidario que se viene desarrollando desde la vecinal del barrio Fredriksson.

“Hay dos familias que están necesitando de la ayuda de toda la comunidad. Son chicos que son hijos, nietos y sobrinos de gente de la ciudad. Es gente que tiene trabajo, pero muy precario, porque viven de changas, entonces están necesitando de todo porque no tienen nada. No tienen baño, no tienen agua, no tienen luz”, describió Eduardo Acosta, presidente de la vecinal del Fredriksson.

El 25 de mayo se realizó una jornada solidaria en la que se recibió una importante cantidad de donaciones en materiales para la construcción. De igual forma, los medios de comunicación dieron su respaldo a través de programas especiales, y albañiles y arquitectos ofrecieron sus servicios gratuitamente.

Igualmente, orgullosos, las jóvenes familias aseguran que construirán sus casas con sus propias manos.

 

Dificultades para construir

Mediante un sistema de financiación muy flexible la Municipalidad de Firmat sacó a la venta algunos terrenos estatales para familias de recursos escasos. Así varios vecinos lograron tener su lote, pero luego se encontraron con la traba de no poder avanzar en la edificación de sus viviendas por sus magros ingresos.

“Nosotros no somos gente extraña, somos de acá, de Firmat. Hace dos años que estamos pidiendo materiales para hacer nuestras casas y no nos quieren dar. Además el intendente (Leonel Maximino) se esconde de nosotros. Hace dos años que estoy esperando que me digan si me van a dar o no los materiales”, se quejó un vecino que hace changas y cirujea para sobrevivir.

Además, se lamentó porque a gente que llega de otras localidades estaría recibiendo ayuda municipal para construir sus viviendas.

Tiempo atrás Firmat fue noticia por la terrible muerte de una pareja joven, cuando su precaria vivienda fue consumida por las llamas. Hoy son muchas más las familias en riesgo de sufrir una fatalidad de este tipo, puesto que las condiciones de vida siguen siendo de una precariedad preocupante en muchas viviendas del barrio Fredriksson.

La madre del joven recibió a cambio de esa dolorosa experiencia la donación de un terreno, que ahora comparten sus otros dos hijos, que están tratando de edificar sus viviendas.

La mujer se quejó por la negativa del intendente de atender las necesidades de su familia, y del barrio en general. “Quisiera saber porqué estamos tan marginados y en el olvido. El señor intendente siempre está en reunión de gabinete y no nos quiere atender”, afirmó.

El frío sigue apretando. “Hay que pasar el invierno”, dijo alguna vez uno de los innombrables que tiene la historia argentina, y para miles de familias será mucho más difícil viviendo en condiciones infrahumanas. Un chico de dos años llora, con los moquitos colgando de su nariz. Su madre trata de arroparlo, mientras le seca las perlas transparentes que se le van formando en la frente. Son las 23, le espera una interminable noche en vela. En las casas vecinas truenan los gritos de Tinelli prometiendo un mundo mejor y riéndose de la nada a carcajadas. Lágrimas y risas, las dos caras de una misma moneda. Frío y más frío. Sólo queda esperar que el “ponchito de los pobres” comience a alumbrar el nuevo día.

 Pablo Salinas

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