Este domingo 11 de septiembre se celebra en Argentina el Día del Maestro, en conmemoración al fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento. En un día especial, una historia especial: la de Clara Cherkez de Jarovsky, la maestra, ya jubilada de su profesión, que aún mantiene el vínculo con un grupo de alumnos santafesinos que formó hace más de 40 años.
Clara nació en Corrientes y se recibió de docente en 1957, pero mucho antes de estar al frente de un aula de forma profesional supo que esa era su vocación. Lo sentía cuando jugaba a ser maestra desde muy chiquita, o cuando ya más grande ayudaba a estudiar a los chicos del barrio.
Después de vivir quince años en la localidad de Las Palmeras, en el departamento San Cristóbal, en 1978 llegó a la ciudad de Santa Fe junto a su familia para ejercer su profesión. En ese momento, empezó a dar clases en la Escuela Provincial n° 5 «Vicente López y Planes», donde conoció a un entrañable grupo de alumnos con quienes todavía mantiene el contacto.
Clara los educó desde segundo a quinto grado, y solo esos tres años fueron suficientes para que esta maestra se metiera en el corazón de estos alumnos hasta el día de hoy.
«Amo ese grupo, lo tengo siempre presente. Se conformó una gran familia con padres, abuelos, hermanos… Tienen grandes valores humanos. Era un grupo muy unido y así siguen en el presente. Son honestos, solidarios, siempre brindando amor, por lo cual me siento muy orgullosa», dice la maestra.
El cariño es recíproco y se percibe en este grupo de personas a las que formó desde muy chicas. «Realmente la queremos mucho, fue una muy buena maestra y se ocupaba mucho de nosotros», recuerda Analía, una de sus exalumnas de la escuela n°5.
Y con la misma gratitud se expresa Claudia, otra de las mujeres a las que educó Clara: «Ella realmente cree en nosotros. Llevo una foto suya conmigo y cuando necesito esa certeza de que ‘voy a poder’, la miro y vuelvo a sentir confianza«.
Estos adultos que rondan los 50 años conservan los mejores recuerdos de la mujer que, además de educarlos, estuvo presente para contenerlos y ayudarlos a atravesar algunas de las situaciones más difíciles a lo largo de sus vidas. Es por eso que aún mantienen el vínculo, y aprovechan para encontrarse nuevamente cuando ella los invita a su casa con la excusa de compartir una cena o ellos la cuentan como una más en las reuniones de exalumnos.
«Si volviera a nacer, sería nuevamente maestra», asegura Clara que, a sus 83 años, sabe muy bien de lo que habla. Reconoce que la docencia tiene desafíos excitantes como cuando conocía a un grupo de chicos que tenían todo por aprender, y algunos momentos más duros como cuando su tarea terminaba y había que dejarlos partir. Sin embargo, está convencida de que elegiría el mismo camino, para volver a dejar una huella en cada uno de sus alumnos.
Fuente: Aire Digital